Analistas Por Fernando González, El Observador 

Ni Messi, ni el Papa Francisco: Argentina y Milei empujan a Rafael Grossi para liderar las Naciones Unidas

El director argentino de la Agencia Internacional de Energía Atómica fue presentado por el gobierno de Javier Milei como candidato a secretario general de la ONU. Cuáles son sus chances y sus rivales directos.

Domingo, 28 de Diciembre de 2025

Fue un lanzamiento con ADN argentino.

No importó que hubiera dos ministros de Javier Milei y un secretario de Estado. No importaron tampoco los dirigentes políticos, los periodistas ni el medio millar de diplomáticos y empresarios que -invitados por el CARI- se dieron cita a dos días de la Navidad en el salón principal de la Rural. en Buenos Aires.

Rafael Grossi lo hizo a su manera. Algo transpirado mientras pronunciaba su discurso y sosteniendo en su mano izquierda una camiseta de Estudiantes de la Plata (el club de fútbol de sus amores, que acaba de ser campeón).

 Mezclando los conceptos más avanzados de la geopolítica de estos tiempos con un saludo a su nieto, un niño bullicioso que andaba por allí. Y disparando las frases tribuneras de un candidato que muere por ser el próximo secretario general de las Naciones Unidas.

El clima deportivo había comenzado temprano.

Lo había presentado el canciller Pablo Quirno (foto), mientras miraban la ministra de Educación, Sandra Petovello (foto), y el secretario de Turismo, Daniel Scioli, desde la primera fila. Poco Kissinger, algo de Da Empoli y mucho bilardismo. A Milei le debe haber gustado.

-El año que viene tenemos que jugar dos Mundiales. El de la pasión, que la Selección Argentina va a disputar en los Estados Unidos.

En realidad, el Mundial 2026 también se va a jugar en Canadá y México, pero ya se sabe. Son detalles. Y el canciller dobló la apuesta.

-Y el otro Mundial va a ser la candidatura de Rafael Grossi, al que este gobierno propone para que conduzca a las Naciones Unidas.

Y, aunque son diplomáticos acostumbrados a la silenciosa levedad del cóctel y de los eventos, estallaron como si estuvieran en las gradas del Maracaná, del Bernabéu o del Estadio Azteca.

Por allí estaban el representante argentino ante el G20, Federico Pinedo, y el canciller porteño Fulvio Pompeo. También se acercaron a la Rural dirigentes como el diputado Fabián Perechodnik, el ex ministro Gustavo Beliz, el embajador Diego Guelar y los periodistas Jorge Fontevecchia, Carolina Barros y Rosendo Fraga.

Azuzado por el canciller Quirno y el clima de la Rural, el candidato Grossi se sintió liberado para terminar su discurso con una dosis de triunfalismo.



-Señor Canciller, en 2026 vamos a jugar dos Mundiales y ¡los vamos a ganar a los dos.!

Justo. Con lo poco que necesita la Argentina para encenderse. Euforia y ego desbordado es lo que sobra en el país de Messi, de Maradona y del Papa Francisco.

Lejos se habían quedado las menciones a las guerras. La de Rusia y Ucrania, pero también las de Asia y Africa, con menos marketing pero con la misma, y a veces con más, cantidad de muertos.

Grossi, director de la Organización Internacional de Energía Atómica, sabe de qué se trata la guerra.

Ha tenido que mediar entre Vladimir Putin y Volodimir Zelenski para evitar que los misiles destruyan la central nuclear de Zaporiyia.

Y tiene que hacer equilibrio entre la simpatía que le tiene Donald Trump, y las ganas del presidente de EEUU de que las Naciones Unidas vuelen por los aires, con todos sus burócratas adentro.

- Si el 22% del presupuesto de la ONU viene de los Estados Unidos, ¿cómo no van a tener el derecho de preguntar en qué se gasta la plata?

El guiño a Donald no es gratuito. Para ser el próximo secretario de la ONU, Rafael Grossi necesita la mayoría de los 15 votos del Consejo de Seguridad y, lo más difícil de todo, necesita que ninguno de los miembros permanentes le ponga un veto.

Se trata de los cinco países más poderosos del planeta que ganaron la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos, es decir Donald Trump. Rusia, es decir Vladimir Putin. China, es decir el Partido Comunista China y hoy Xi Jinping. Francia y el Reino Unido, el país que gobierna un socialdemócrata (el laborista Keir Starmer) y que siempre mira de reojo a la Argentina desde la guerra de Malvinas en 1982.

Grossi sabe que Trump embandera a un grupo de líderes mundiales que considera a la ONU poco más que una sarta de inútiles, con ideas de izquierda woke, demasiado enamorados de los pequeños dictadores del tercer mundo y de los viajes en primera clase. Su compatriota Javier Milei también es uno de ellos.

Por eso, Grossi promete que él no será uno de esos burócratas internacionales que no se animan a meterse en los conflictos, sobre todo si son guerras.

- Necesitamos un secretario general de la ONU que se ponga las botas y vaya a dónde están los problemas. Algunos dicen que el tiempo de las Naciones Unidas ya pasó, pero como decía el Papa Francisco hay una casa común en el mundo y esa casa son las Naciones Unidas.

Y entonces aparece la figura del Papa Francisco, uno de los íconos de la argentinidad al palo junto a los astros de la historia futbolera, Lionel Messi y Diego Maradona, que integran también Jorge Luis Borges y los premios Nobel de la ciencia criolla argenta, aunque sin la relevancia global que solo otorgan la política internacional, la religión y el fútbol, claro.

Las rivales que enfrentan a Grossi


Nacido en la ciudad de La Plata, y formado en la universidad de la capital bonaerense, con maestrías universitarias obtenidas en Suiza, Rafael Grossi diseña su candidatura a secretario general de la ONU en su oficina de la OIEA en Viena, en la que lleva seis años de trabajo elogiado, y -digamos todo - de algunas amenazas escalofriantes.

Como la frase que le dedicó un asesor del gobierno de Irán después de los ataques preventivos de EEUU e Israel contra ese país inquietante. "Una vez que termine la guerra, nos ocuparemos de Rossi.".

Grossi es uno de los grandes candidatos a heredar la Secretaría General de las Naciones Unidas que todavía conduce, en una gestión deslucida y muy criticada, el portugués Antonio Guterres.

Pero el camino de Grossi a la ONU no es fácil ni mucho menos.

Enfrente tendrá, casi seguramente, la candidatura de una mujer en tiempos de feminismo empoderado.

El presidente de España, el socialista Pedro Sánchez, lo ha dicho para que el argentino lo escuche. "El próximo mandato de las Naciones Unidas debe ser para una mujer y latinoamericana".

La que primero asoma con ese perfil es la chilena Michelle Bachelet (foto), también socialista, prestigiosa y ex presidenta del país sudamericano. Pero cuando el español habla de mujer latinoamericana, está pensando en la costarricense Rebeca Grynspan (foto), quien ya estuvo a cargo de la Secretaría General Iberoamericana.

Y, aunque no viene de América Latina, hay quienes mencionan a la neocelandesa Jacinta Ardem (foto), ex primera ministra océanica y con antecedentes como para meterse en la pulseada.

Grossi ya ha planteado que no se trata de una cuestión de género, sino de capacidad para liderar un mundo que otra vez está en guerra.

Y ahí es donde muestra sus pergaminos como negociador entre los países que amenazan con desatar el apocalipsis nuclear. Y, aunque Grossi no lo dice, sus impulsores cuentan con que el argentino haga pasar la motosierra de Milei sobre los gastos exagerados que le recortaron el prestigio a las Naciones Unidas.

Por lo pronto, Javier Milei ha puesto la celebridad global de sus primeros dos años para ayudarlo a llegar al bonito despacho que la ONU tiene en la isla de Manhattan.

Ahora, Grossi tiene por delante la más difícil de todas las batallas.

Quedarse con el cargo multilateral más importante del planeta y demostrar, además, que la Argentina puede ser algo más que individualidades extraordinarias nacidas en una tierra que no progresa.

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