Mendoza Cruda realidad

Crisis en el sector gastronómico y hotelero de Mendoza: falta de respuestas y controles que asfixian

Empresarios del sector denuncian que lejos de recibir apoyo institucional.

Viernes, 13 de Junio de 2025

El sector gastronómico y hotelero de Mendoza atraviesa una de las etapas más críticas de los últimos años. A la fuerte caída de la actividad y la pérdida de rentabilidad se suma una preocupación creciente: la falta de sensibilidad y respuestas concretas por parte de la Subsecretaría de Trabajo de la provincia, que parece mantenerse ajena a la gravedad de la situación mientras se multiplican los controles y fiscalizaciones.

Empresarios del sector denuncian que lejos de recibir apoyo institucional, son objeto de una batería constante de inspecciones laborales y fiscales, muchas veces con criterios poco claros y plazos que resultan imposibles de cumplir en un contexto de extrema fragilidad económica. "En vez de entender el momento, nos tratan como si estuviéramos en plena bonanza", señaló con frustración un referente de la cámara empresarial.

La crisis tiene múltiples causas: la pérdida del poder adquisitivo de los mendocinos ha reducido drásticamente el consumo interno, mientras que el dólar alto favorece el turismo fuera del país y desalienta la elección de destinos locales. A ello se suma la presión impositiva tanto del gobierno provincial como del nacional, que no da respiro a los establecimientos que luchan por sobrevivir.

En este marco, la situación laboral se ha deteriorado rápidamente. Un alto porcentaje de trabajadores se encuentra en situación de "discontinuidad": ni despedidos formalmente ni percibiendo ingresos. Esta figura ambigua refleja la desesperación de muchos empleadores, que no pueden sostener a su personal pero tampoco desean desvincularlo. La rotación es alta y los despidos, aunque evitados en muchos casos, se han vuelto inevitables en otros.

Los costos operativos, empujados por aumentos tarifarios y cargas tributarias, superan en muchos casos los ingresos diarios. El margen de rentabilidad, que ya era bajo, se ha evaporado. Y la temporada baja, históricamente difícil entre mayo y septiembre, se vuelve este año un desafío insostenible ante la ausencia de políticas de fomento y promoción turística.

A pesar de todo, el sector sigue apostando a sostener la actividad formal, cumpliendo con la normativa laboral y tratando de generar propuestas de valor para el público local. Algunas iniciativas buscan profesionalizar el rubro, retener al personal joven y ofrecer experiencias turísticas atractivas dentro de la provincia. Pero sin un acompañamiento institucional real, estos esfuerzos resultan insuficientes.

En este contexto, muchos empresarios se preguntan si el Estado realmente comprende la dimensión de la crisis. La Subsecretaría de Trabajo -cuyo rol debería ser el de mediadora y promotora del empleo digno- mantiene una actitud más cercana a la sanción que a la colaboración. "Necesitamos ayuda, no hostigamiento", repiten voces del sector.

La esperanza está puesta en las vacaciones de julio, pero la competencia de destinos como Chile o Brasil, sumada a la falta de incentivos locales, vuelve incierta cualquier recuperación. Mientras tanto, Mendoza sigue perdiendo puestos de trabajo, cerrando negocios históricos y apagando oportunidades que podrían sostener a miles de familias.

Lo que debería ser una mesa de diálogo y contención se ha convertido, para muchos, en una larga lista de notificaciones, inspecciones y embargos. La Subsecretaría de Trabajo, en lugar de tender puentes, parece haber optado por mirar hacia otro lado, incluso cuando el puente se está cayendo.

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