La boxeadora mendocina, campeona del mundo, perdió todo y vive en una precaria casa al costado de la Ruta 7. "No la paso bien y la gente que estaba conmigo, se borró"; cuenta el "Bombón Asesino".
De las luces del estrellato a las sombras del olvido. De un solo golpe. Como si su vida hubiese transcurrido en un segundo arriba del ring. Pero la esperanza está lejos de recibir un nocaut lapidario. Yésica Marcos tambalea, pero como ella mismo dice "la está peleando como siempre".
La mendocina (35) vive una realidad muy distinta como la que se imaginaba allá por el 2009, cuando el "Bombón Asesino" comenzó a ser gran protagonista en el boxeo y todos los flashes se posaban en ella y sus cinturones ganados. Primero el título sudamericano peso supergallo, y luego llegarían el título mundial interina de peso supergallo de la WBA (tres defensas ganadas),la coronación definitivamente como campeona mundial de la categoría, el título de campeona mundial interina de peso supergallo de la WBO en el 2011, corona que confirmó definitivamente el 16 de marzo de 2012 al vencer a Ana Julaton. De este título realizó luego dos defensas exitosas adicionales, hasta fines de 2013.
Fueron cuatro años de gloria y éxito y la boxeadora parecía no tener freno, en tiempos donde el boxeo femenino crecía a pasos agigantados. Pero algo pasó para vivir este presente donde apenas subsite económicamente con ayuda del municipio de San Martín (incluye como contraprestación el dictado de clases de boxeo en el Polideportivo Torito Rodríguez todos los días), en un hogar precario formado por algunos palos de madera, mucho alambre, chapa –que consiguió y sigue consiguiendo como puede- y cuanto retazo de nailon encuentra.
Una vivienda construída con sus propias manos a un costado de la Ruta 7. Con las mismas con la que derribaba rivales en cada velada y se codeaba con al gloria.
Yésica pide ayuda
"Perdí mi casa por las deudas que tenía. Sueño con hacer una vivienda de ladrillos, si alguien puede ayudarme con materiales, me vendría muy bien".
"Esta casa la hice yo con dos amigos que me ayudaron un montón", cuenta Yésica, preocupada por no contar con un patio para los perritos y paredes para que no se escapen.
¿Qué ocurrió con Yésica para llegar a esto?. Malos manejos y con gente alrededor que no la acosejó bien."Tuve mi casa en el barrio Norte, hace 7 u 8 años, pero debí venderla por todas las deudas que tenía”, explica. En ese momento los amigos de la campeona desaparecieron y la dejaron sola, como cuando te sacan el banquito en el rincón. "Cuando las cosas funcionaban bien y era campeona, mucha gente estuvo al lado mío. Hoy, que no la estoy pasando nada bien, esa gente se borró. Todos tienen su casa, menos yo. Y viven muy bien", agrega.
El "Bombón Asesino sigue teniendo sueños, pero no como cuando era niña y se ilusionaba con subirse al ring y ganar título en su departamento natal. Hoy se ilusiona con tener una vida mejor y una vivenda decorosa. "Mi sueño es poder construir mi casa acá mismo", dice con nostalgia. Y pide ayuda a gritos: "Si alguien puede ayudarme con material, me vendría muy bien. Lo que más necesito es cemento, hierro, ripio, arena y ladrillos...".