Muchas veces cuando el cuerpo está agotado, en realidad es una señal de que la que está al límite es la mente.
En un entorno laboral que exige rendimiento constante, aparecen dolores y tensiones que no deberían silenciarse. Qué podés hacer si tu cuerpo empieza a reclamar una conexión más saludable con el trabajo.
"Me duele el cuello todos los días, pero no tengo tiempo para ir al médico". "Me acuesto agotada, pero no puedo dormir bien". "Ya no sé si es cansancio físico o mental". Estas frases son cada vez más frecuentes. Se trata de personas que llegan a una consulta con síntomas físicos persistentes, dolores, tensión, insomnio, cansancio, que no mejoran con analgésicos, pero sí cuando logran frenar y revisar qué está pasando en su interior. El cuerpo empieza a hablar cuando lo emocional no encuentra canal.
Desde el counseling y la consultoría laboral, se trabaja en la intersección entre lo que sentimos y lo que hacemos, entre la exigencia profesional y el impacto personal. Y hay algo que no podemos seguir ignorando: el cuerpo también trabaja, sostiene, se tensiona. y eventualmente se agota.
Vivimos en una cultura laboral que premia el rendimiento, la hiperconexión y la productividad constante. Se celebra "el esfuerzo", incluso cuando se hace a costa del bienestar. Y muchas veces, el cuerpo empieza a manifestar lo que el entorno no permite expresar: ansiedad, sobrecarga, desmotivación, frustración, poca claridad.
Según un informe de la OMS y la OIT (2022), el 25% de las enfermedades laborales actuales tiene origen en el estrés crónico. Y más del 60% de las personas que presentan síntomas físicos asociados a ansiedad o agotamiento laboral no consulta por salud mental, sino por malestares físicos. Lo que nos duele, nos habla. Pero en vez de escucharlo, buscamos silenciarlo de la manera más inmediata.
Hay señales a las que conviene prestar atención:
Si alguna de estas señales resuena, no es debilidad. Es una alerta interna que merece ser registrada. ¿Qué podés hacer?
A veces, creemos que "aguantar" es sinónimo de fortaleza. Pero la verdadera fortaleza está en escuchar lo que pesa antes de agotarnos, en tomarse en serio lo invisible, en cuidarse antes de enfermarse.
Si tu cuerpo empezó a hablar más fuerte que tu agenda y tus actividades, no es casualidad. Es un llamado a reconectar con vos, con lo que sentís, con lo que necesitás. Porque sostenerte a vos también es parte de tu trabajo. El bienestar no empieza cuando tenés todo resuelto. Empieza cuando dejás de sobreexigirte, frenás, respirás y te registrás.
El directivo enmarcó la decisión en el plan Andes, la estrategia para expandir su producción no convencional y asegurar un horizonte de inversiones de largo plazo en la cuenca neuquina.