El jefe de Estado siempre exhibió su cercanía ideológica con el presidente electo de los Estados Unidos, Y ahora se prepara para diseñar una agenda común que debería impactar en la negociación con el FMI.
Javier Milei fue disruptivo una vez más: el viernes 23 de febrero recibió a Antony Blinken-secretario de Estado de Joe Biden-en su despacho de la Casa Rosada, y 24 horas después se abrazaba a Donald Trump en Maryland cuando ya sabía que era el candidato presidencial del Partido Republicano. Esa apuesta personal, cuestionada al infinito por la administración demócrata, hoy transformó a Milei en el socio estratégico de Trump en América Latina.
Desde el martes a la noche, cuando se empezaron a conocer las primeras tendencias consolidadas de los resultados electorales en Estados Unidos, Javier Milei y sus principales asesores dejaron trascender un clima de optimismo que empezaba a envolver a la Casa Rosada.
A pesar de que en el último tramo de la campaña electoral norteamericana ningún funcionario se pronunció públicamente sobre un favoritismo hacia Donald Trump, puertas adentro Milei esperaba el triunfo electoral que se terminó confirmando en la madrugada del miércoles.
Como el propio presidente argentino lo dijo, Trump es una de las figuras políticas a las que más respeta y con quien planea tener un vínculo mucho más cercano en su gestión cuando el republicano asuma el poder en la Casa Blanca el próximo 20 de enero, a diferencia de la relación que tuvo con el presidente Joe Biden.
Hay una serie de cuestiones que marcarán esta cercanía política e ideológica entre Milei y Trump: una posición conservadora en ciertos aspectos ideológicos, así como una postura en contra de algunos organismos multilaterales y de las restricciones que gran parte de los países del mundo acordaron en la lucha contra el cambio climático, como el Acuerdo de París.
No hay duda de que la relación entre la Argentina y los Estados Unidos entrará en un nuevo capítulo, mucho más cercano incluso que durante este primer año de gobierno de Milei con Biden en la Casa Blanca.
Gerardo Werthein, el nuevo canciller de la Argentina, que hasta hace pocos días ocupaba el cargo de embajador en Washington, está comenzando a delinear los últimos detalles para nombrar a su sucesor en la capital norteamericana. El Gobierno decidió esperar el resultado de las elecciones en Estados Unidos para saber si la administración sería demócrata o republicana y, de esa manera, decidir quién será el próximo embajador, un puesto clave tanto en lo político como en lo comercial para el país.
De aquí en adelante, se espera que Milei acompañe a Trump en muchas de las iniciativas que posiblemente anuncie en foros como las Naciones Unidas. Ambos comparten posiciones fuertes en temas como la Agenda 2030, el Pacto del Futuro, donde Argentina se disoció en la última apertura de la Asamblea General de la ONU.
Restará ver cuál será la postura que adopten los Estados Unidos en materia de cambio climático, en particular respecto a la emisión de dióxido de carbono, y qué posición tomará la Argentina para acompañar al nuevo presidente norteamericano.
Si bien es cierto que tendrán muchos puntos en contacto en términos ideológicos a nivel internacional, algunos elementos se contradicen con la política que hasta el momento había adoptado Milei. Uno de estos puntos es el respaldo a Ucrania. Desde el primer día en su cargo, Milei anunció abiertamente su apoyo a Ucrania, mientras que Trump prometió que, de llegar a la Casa Blanca, retiraría parte del apoyo económico, algo que preocupa no solo a Kiev sino también a los socios de la Unión Europea.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, Milei visualiza ahora un continente americano dividido en tres grandes líderes con una cercanía ideológica. Trump en América del Norte, presidiendo los Estados Unidos; Nayib Bukele en América Central, presidente de El Salvador; y él mismo como referente de esta nueva ola conservadora y liberal en América del Sur.
Los tres posiblemente buscarán aumentar la cooperación con líderes europeos como Giorgia Meloni (Italia) o Viktor Orbán (Hungría), mandatarios afines a estos tres presidentes americanos y que comparten parte de la agenda internacional, como una postura antibloque europeo, una posición liberal en cuanto a restricciones medioambientales y dudas sobre el rol de las principales potencias en conflictos como los de Israel y Ucrania.