La verdad es más sencilla de lo que parece. Si una funcionaria le roba al Estado debe ser detenida e inhabilitada para ejercer cargos públicos de por vida. En el caso de Cristina Kirchner, el robo fue cuantioso. Y sostenido en el tiempo. Además, el delito se probó de manera contundente.

Es decir: después de que la causa pasara por catorce fiscales y seis jueces distintos, la mayoría designados por ella misma y su marido fallecido.

El que mejor definió lo que ahora sucede fue uno de los principales investigadores, el fiscal Diego Luciani: "Señores jueces: es corrupción o es justicia". Y fue justicia.

Al final, la condena e inhabilitación de la señora fueron confirmadas por la última instancia procesal: la Corte Suprema de Justicia. Y no tiene vuelta atrás.

Vamos de nuevo, por si no se entendió: Cristina Elizabeth Kirchner no está proscripta, ni se están violentando sus derechos, en ningún sentido. Al contrario: se la acaba de condenar por ladrona. Su condición no tiene ninguna épica ni representa ningún certificado de dignidad. Tampoco necesita ser gritada o exclamada.

Cualquier diccionario sencillo ofrece una gran cantidad de sinónimos para su actual estatus:

Ratera

Landronzuela

Bandida

Atracadora

Maleante

Cleptómana

Carterista

Descuidista

Cuatrera

Punga

Choriza

Saqueadora

Bandolera

Estafadora

Rufián

Malhechora

Fascinerosa

Timadora

Usurpadora

Usurera

No importa cuántas veces salga al balcón para bailar, aparentando una alegría que no tiene. No importa cuánto insulte a los miembros de la Corte.

Los analistas clásicos sostienen que la condena es una buena noticia para el peronismo. Que les dará un motivo para unirse y rodearse de la épica de la proscripción y la persecución. Nosotros consideramos lo contrario.

Los argumentos son sencillos:

Primero: todas las encuestas serias dicen que el 60 o 70 por ciento de los argentinos está de acuerdo con el fallo.

Segundo: el principal rival interno de la condenada, Axel Kicillof, no está tan convencido de que deba salir a defenderla. Y, por supuesto, Sergio Massa tampoco.

Tercero: su gestión como parte del último gobierno de Alberto Fernández, considerado el peor de la historia reciente de la Argentina, fue desastrosa.

Y cuarto: parte de su núcleo duro, además de estar imbuido de un fanatismo casi religioso, tiene un especial apego por algo que, poco a poco, empezará a perder. La capacidad de manotear el dinero público.

Para muestra bastan unos cuantos botones

Estos son los nombres, los apellidos y los salarios que cobran algunos de los cobardes que fueron a romper TN:

Matías Sebastián Federici: le pagan más de 2 millones y medio de pesos como funcionario del ministerio de Justicia de la provincia de Buenos Aires.

Rubén Ezequiel Pavón, empleado de la Cámara de Diputados de la provincia. Cobra más de 1.300.000 pesos.

Facundo Lococo: cobra más de 2 millones 300 mil pesos como empleado de la Cámara de Diputados de la provincia.

A estos funcionarios públicos violentos los lideraron, por un lado, José Lepere, mano derecha del ex ministro del Interior Wado de Pedro y senador suplente por la Tercera Sección Electoral. Y por el otro, Juan de Bandi, actual concejal de Almirante Brown.

Sin embargo, solo permanece detenido Alejandro Grasso Rivaldi, un "militante" de la zona de San Martín. Por lo demás, son lúmpenes con un sueldo del Estado. Y posiblemente tengan la misma procedencia quienes atacaron, esta madrugada, a las instalaciones de Radio Rivadavia.

Es decir: los mueve, antes que nada, el dinero; Igual que a Cristina Kirchner, quien, en agosto de 2016, tres días después de ser procesada, anticipó la herencia para sus hijos, con la intención de evitar la devolución al Estado de los 55 millones de dólares que ahora le están reclamando, según denunció Daniel Santoro.

Vos te enteraste de esta maniobra a través de La Cornisa, cuando Silvina Martínez mostró una foto con los casi 5 millones de dólares en efectivo en la caja de seguridad de Florencia Kirchner.

Pero la novedad es que ahora los fiscales Luciani y Sergio Mola denunciarán a Cristina por "insolvencia fraudulenta" y le reclamarán el embargo y decomiso de:

Todo el dinero en efectivo que puedan tener Cristina, Máximo y Florencia Kirchner.

Y los bienes muebles, inmuebles, incluidos los hoteles de El Calafate y los departamentos y cocheras de Puerto Madero.

En su última declaración jurada, la expresidente condenada declaró un patrimonio total de 200 mil dólares, compuesto por:

El usufructo de su departamento en Uruguay y Juncal y un terreno en El Calafate.

Acciones en Appe y Mercado Libre.

Un Toyota Corolla con varios años de antigüedad.

Por su parte, el diputado Máximo Kirchner declaró un patrimonio de cerca de 4 millones de dólares, compuesto por:

La mitad de 25 inmuebles que heredó; dos en ciudad de Buenos Aires y 23 en Santa Cruz.

La mitad de las sociedades de Hotesur y Los Sauces, que explotan los hoteles Los Sauces y Alto Calafate.

La mitad de dos departamentos con 5 cocheras en Puerto Madero.

Luciani y Mola piden que ese dinero y los bienes sean destinados a escuelas y hospitales. Lo calculan en cerca de 10 millones de dólares.

Pero suponer que será una reparación completa sería una ingenuidad. De hecho, a Luciani siempre le impresionó la cantidad de estancias que se había comprado Lázaro Báez con la plata de la corrupción: "El equivalente a 20 ciudades de Buenos Aires".

Si. 10 millones de dólares parece poco. Solo basta con recordar la que se robó, por ejemplo, el ya fallecido Daniel Muñoz, asistente personal de Néstor Kirchner. A Muñoz le detectaron bienes por 130 millones de dólares. Entre otros, unos espectaculares terrenos en la isla de Turks & Caicos y dos departamentos en el Hotel Plaza de Nueva York, valuados, ambos, en 17 millones de dólares.

A esa megacausa te la detallamos, en su momento, en La Cornisa, cuando entrevistamos, junto a Hugo Macchiavelli, al contador de Néstor y Cristina, Víctor Manzanares.

No le demos más vueltas. Se robaron todo.

Y si el sistema judicial hubiera funcionado mejor, Cristina habría sido condenada e inhabilitada no ahora, sino hace por lo menos diez años. Y así, los argentinos, nos habríamos ahorrado una década completa de inflación, pobreza, corrupción, analfabetismo, odio y decadencia cultural. También nos habríamos ahorrado miles de muertes, incluidas, las evitables, en el medio de la pandemia.

En cambio, seguimos discutiendo asuntos miserables, como el de si Cristina Kirchner debe comparecer o en Comodoro Py, bajo la amenaza de un derramamiento de sangre en las calles. Menos mal que esta madrugada apareció la Policía de la Ciudad, para poner un poco de orden, en el medio de tanta locura callejera.

No soy de los que piensan que haya que salir a festejar por la tardía decisión de la justicia. Ni de los que se ensañan frente al hecho consumado. Sí me preocupan, una vez más, los opinadores pertenecientes a la línea denominada con cierta gracia "Corea del centro". Los cultores de "así como te digo una cosa te digo la otra".

Los ubicuos colegas que, ante la contundencia del hecho y a falta de mejores argumentos, se preguntan, por ejemplo, si Cristina Kirchner podría o debería ser indultada. Para "pacificar" la Argentina. Para "serenar" al país.

Vamos muchachos. Gente grande. Y supuestamente bien informada. Comprendo que el sesgo del entorno profesional y personal los puede condicionar un poco. Pero, por una vez, después de tanta evidencia, sería mejor que se dejaran de mirar el ombligo. Y se empezaran a mirar al espejo.