Analistas Se supo

La política, la anti política y Milei.

Una mesa, sillas, unos pocillos cargados con café y buena data. Todo lo necesario para desarrollar temas que mueven la aguja cotidiana y que pocos saben.

Domingo, 23 de Marzo de 2025

La cita estuvo a punto de cancelarse. A decir verdad, fue prácticamente una cancelación. Se reunieron solo dos de los amigos y en un lugar distinto, pero cercano. La semana anterior les habían avisado que, este jueves, el café donde siempre se reúnen estaría cerrado por remodelación. Así que la primera opción del poker de amigos fue reencontrarse a los quince días. Sin embargo, el Innombrable y el flaco no pudieron con su genio y fueron igual. El cortado mediano y el café chico bien cargado debieron servírselo a un par de cuadras de su mesa de siempre y a regañadientes. Fueron a una de esas modernas cafeterías de especialidad, donde el barista maneja 'otras temperaturas' para el café y, fundamentalmente, para la leche. Para ser sinceros, tomaron el café tibio. "Una porquería", dijeron a coro los amigos tras el primer sorbo.

Pero la política no había dado tregua durante la semana y ameritaba el encuentro, al menos, para hacer catarsis. El hombre cuyo nombre no se dice, ni siquiera en voz baja, anda en la rosca fuerte y siempre sabe, así que el escuálido político de profesión, cuyos genes llevan los dedos en 'v' aunque ha cambiado varias veces de partido, debía encontrarse con él. Llevaba días tratando de encontrar una frase que pudiera resumir el denominado 'Efecto Milei' y necesitaba conversar con su amigo, alguien ajeno a la minucia partidaria. 

"Greenpeace está por lanzar una campaña -dijo en tono jocoso el flaco- para proteger a los radicales. Ya son una especie en peligro de extinción". "Te diría que es en vano -le aportó el Innombrable- ya están prácticamente extinguidos. En las provincias, no saben qué hacer. Dicen que van a esperar las elecciones en CABA y en provincia de Buenos Aires, pero ninguno de los dos resultados cambiará su destino".

"Hasta tus amigos peronistas se reinventaron -recordó el Innombrable- divididos, pero reinventados. Se sacaron de encima a los, ahora, veteranos de La Campora y a pesar de que son los mismos de siempre, le darán una lavada de cara al General y saldrán nuevamente a cantar la marcha en cuanto acto puedan". "Pero si hasta los gansos se reagruparon y patalean contra los libertarios ante la posibilidad de una alianza con los de boina", cerró el flaco.

"Pero eso es aquí en la provincia -dijo el hombre cuyo nombre no se pronuncia- a nivel nacional están todos desperdigados. Ya no existe ningún partido". "Peronismo ya no hay -admitió su amigo- Kicillof no suma, Cristina resta y los gordos dividen, mientras los gobernadores coquetean con el Peluca, calculadora en mano". "La Izquierda sigue en su mínima expresión y el radicalismo fue detonado desde adentro, por su propio presidente -aportó el Innombrable, dando el último sorbo a su frío cortado- firmó una alianza entre el centenario partido y un partido que él inventó, hace unos años". "¡Y a la alianza le puso el nombre del partido chiquito, inventado por él!", exclamó el flaco. "Le firmó el certificado de defunción", cerró de manera lapidaria.

"¿Y el Pro?", preguntó el flaco. Su amigo miró a un lado y al otro, como buscando algo y prácticamente dijo todo, sin decir nada. "Un amigo, malintencionado, me dijo hace unos días que se convirtió en un partido unipersonal", dijo el flaco, encogiéndose de hombros.

"Mientras tanto -dijo el Innombrable frotándose las manos- con chauchas y palitos, el Gobierno consigue todo lo que se propone. A veces, antes; a veces, después. En algunas ocasiones, con alguna complicación en medio. En otras, sin ningún obstáculo. Pero sin dudas, logra todos sus propósitos. Avanza a paso firme y pateando hormigueros". 

"Esa era la metáfora que no encontraba", admitió el flaco mientras cancelaba la cuenta. Rápidamente, los amigos se retiraron del lugar y se fueron caminando, en dirección al café de siempre, ilusionados con ver que la remodelación estuviese avanzando en tiempo y forma, para poder volver cuanto antes a 'su mesa', con los demás. Siempre han dicho que, tanto en la política como en el café, nada sirve si es tibio.