Aunque Dalí tenía una imagen pública de extravagancia y excentricidad, en privado era un amante de los animales
Si bien Salvador Dalí es conocido por su arte extravagante y su personalidad excéntrica, pocos saben de su profunda conexión con los felinos. A lo largo de su vida, el artista surrealista mantuvo una obsesión secreta por los gatos, que se refleja en varios aspectos de su obra y su vida cotidiana.
Aunque Dalí tenía una imagen pública de extravagancia y excentricidad, en privado era un amante de los animales, en particular de los gatos. Se dice que durante su infancia en Figueres, España, Dalí solía rodearse de gatos callejeros, a los que cuidaba con devoción y a los que consideraba sus amigos más íntimos.
Esta obsesión se manifestó en su obra de diversas formas. En muchas de sus pinturas, se pueden encontrar referencias a los gatos, ya sea como personajes principales o en segundo plano. Dalí también llegó a afirmar que los gatos eran símbolos de pureza y perfección, y que su presencia en su vida le inspiraba y le daba tranquilidad.
Además de su influencia en su arte, los gatos también tuvieron un papel importante en la vida diaria de Dalí. Se dice que en su casa en Portlligat, Dalí llegó a tener hasta ocho gatos como mascotas, a los que cuidaba con esmero y a los que consideraba parte integral de su familia.
A pesar de su amor por los gatos, esta faceta menos conocida de Dalí rara vez se discute en el contexto de su obra. Sin embargo, para aquellos que conocen esta faceta del maestro del surrealismo, su arte cobra una nueva dimensión, revelando una conexión más profunda con la naturaleza y los animales que lo rodeaban.