La investigación tiene previsto analizar 344 casos
"Nunca me sentí tan vivo como cuando estuve muerto", confiesa Javier Melo, un economista catalán de 64 años, con lágrimas en los ojos. A los 23, tras un accidente automovilístico en el centro de Barcelona, experimentó lo que más tarde identificaría como una experiencia cercana a la muerte (ECM). "Sentí que me separaba del cuerpo. Me veía desde arriba, deambulando como borracho entre mis apuntes esparcidos en la calle. Y de pronto, subía cada vez más alto. Vi mi vida pasar. Lo sentí todo, intensamente. Luego, un ser luminoso me abrazó con un amor infinito y me dijo que tenía que volver", relata.
Lo que siguió fue una transformación radical: dejó atrás su carrera de economista, vendió todo y fundó Icloby, una organización sin fines de lucro que promueve un cambio de conciencia individual y colectivo. "Dios existe. Dijeron que fue una alucinación, pero no lo fue. Hoy los médicos saben distinguir entre una alucinación y una ECM", asegura.
Recientemente, Melo lanzó el Proyecto Luz, el primer estudio clínico prospectivo de ECM en el mundo de habla hispana. Con la participación de quince hospitales -trece en España y dos en Argentina-, el proyecto busca responder una pregunta central: ¿qué ocurre con la conciencia durante la muerte clínica?
La investigación está liderada por la doctora Luján Comas, especialista en anestesiología y reanimación con más de 30 años en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. El equipo cuenta con figuras internacionales como Raymond Moody, pionero en el estudio de las ECM; Pim van Lommel, cardiólogo holandés autor de un estudio clave en 2001; Eben Alexander, neurocirujano de Harvard que vivió una ECM; Bruce Greyson, creador de la Escala Greyson; y David Lorimer, director de la Red Científica y Médica.
"Queremos demostrar que la conciencia no es un subproducto del cerebro. Que somos algo más que materia", sostiene la doctora Comas en diálogo con LA NACION.
El estudio se enfoca exclusivamente en pacientes que hayan sufrido un paro cardíaco, momento en el que el cerebro deja de recibir oxígeno y actividad eléctrica, registrando un EEG plano. "Si el cerebro está inactivo y aun así la persona relata vivencias lúcidas, hay algo más que debemos comprender", explica Comas.
La investigación tiene previsto analizar 344 casos -el mismo número que utilizó van Lommel en su estudio anglosajón-, y se extenderá durante ocho años. "Queremos observar cómo cambian los hábitos, las prioridades y, especialmente, cómo muchas personas pierden el miedo a la muerte después de una ECM", agrega.
Desde los diálogos de Platón hasta textos religiosos como la Biblia o el Libro Tibetano de los Muertos, la humanidad ha reflexionado sobre lo que ocurre más allá de la vida. Pero fue recién en 1975, con la publicación de La vida después de la vida, que Raymond Moody llevó estas experiencias al terreno científico. Su libro vendió más de 15 millones de ejemplares y marcó el inicio de un nuevo campo de estudio.
Uno de los investigadores más relevantes en este ámbito es el psiquiatra Bruce Greyson, quien fundó la Asociación Internacional para el Estudio de las ECM (IANDS). Él mismo pasó del escepticismo a la convicción tras una experiencia con una paciente que, estando inconsciente, describió con exactitud una conversación que él había tenido en otra sala -e incluso la mancha de tuco que llevaba en su corbata.
Otro caso emblemático es el del doctor Eben Alexander, escéptico hasta que una meningitis lo dejó una semana en coma profundo. Su experiencia lo llevó a replantearse toda su formación científica.
Los relatos, tan diversos como personales, parecen coincidir en una cosa: quienes han pasado por una ECM afirman haber sentido una conciencia más clara y plena que en la vida cotidiana. El Proyecto Luz busca darles un marco científico, establecer parámetros clínicos y abrir un debate que hasta hace poco era terreno exclusivo de la filosofía y la espiritualidad.
Mientras tanto, Javier Melo sigue compartiendo su historia, convencido de que su experiencia no fue un sueño, ni una alucinación, sino una revelación. "La muerte me enseñó a vivir", dice.