Sociedad Quería estar solo

"El misterio del ermitaño de North Pond: 27 años de soledad y robos en el Bosque de Maine"

No era un hombre en busca de respuestas espirituales ni un rebelde con una causa.

Martes, 8 de Abril de 2025

En una tarde de abril de 1986, Christopher Knight, un joven de 20 años de Massachusetts, tomó una decisión que cambiaría su vida y asombraría al mundo décadas después. Sin avisar a su familia, amigos ni compañeros de trabajo, se subió a su auto y condujo hacia el norte de Maine. No llevaba mapa, no dejó notas; solo un impulso inexplicable lo guió hasta los densos bosques cerca de North Pond. Allí, entre árboles y sombras, desapareció de la sociedad por 27 años, convirtiéndose en una leyenda viva: el "ermitaño de North Pond".



Knight no era un hombre en busca de respuestas espirituales ni un rebelde con una causa. Simplemente dejó atrás su identidad, su nombre y cualquier vínculo humano. Durante casi tres décadas, vivió bajo una lona camuflada, enfrentando inviernos brutales y noches interminables. Para sobrevivir, recurrió a robos meticulosos en cabañas y casas cercanas, sustrayendo lo esencial: papas, maíz, mantequilla de maní. Su pasado como instalador de alarmas le dio una ventaja: sabía desactivar sistemas de seguridad y moverse como un fantasma entre las sombras. "Siempre tenía miedo al robar, mi adrenalina se disparaba", confesó años después, revelando una lucha interna que nunca lo abandonó.

Su aislamiento fue absoluto. En 27 años, su única interacción humana fue un "hola" susurrado a un excursionista perdido. "No me sentía solo", dijo con una calma que desconcierta. La soledad, para él, no era un peso, sino una forma de existencia. Sin reloj, sin calendario, las estaciones marcaban su tiempo, y su cuerpo se adaptó al frío extremo con sacos de dormir y mantas robadas. Pero su vida clandestina no podía durar para siempre.

El 4 de abril de 2013, tras años de rumores sobre un ladrón invisible, la policía de Maine lo atrapó en un campamento mientras robaba panceta y café. Knight no opuso resistencia; su mirada fría parecía aceptar un destino que había esquivado demasiado tiempo. Confesó haber cometido unos 1.000 robos, pero no ofreció explicaciones claras. "No sé por qué lo hice. Simplemente lo hice", dijo, dejando a psicólogos y periodistas sin respuestas.

La captura desató un frenesí mediático. Para algunos, Knight era un símbolo de resistencia contra la vida moderna; para otros, un ladrón que sembró inseguridad en las comunidades de Rome y Belgrade Lakes. Vecinos como David Proulx, cuyas casas fueron saqueadas, recordaban el temor constante: "Era como si alguien acechara todo el tiempo". Mientras, el periodista Michael Finkel lo inmortalizó en The Stranger in the Woods, explorando la mente de un hombre que vivió sin anhelos ni identidad.


El enigma de Knight persiste. No hay diagnóstico que lo explique, ni trauma que lo justifique. Su historia es un reflejo ambiguo: un retrato de libertad radical y, a la vez, de una vida al límite de lo humano. Hoy, a sus 58 años, sigue siendo un misterio, un eco en el bosque que desafía nuestra comprensión.


La captura de Knight en 2013 reveló una vida de supervivencia solitaria alejada de la sociedad