La definición de la vicepresidenta Cristina Kirchner puede ser decisiva para los planes del Gobierno respecto al acuerdo con el FMI. El voto de Julio Cobos, como vicepresidente, fue clave en el caso de la Resolución 125.
Es otras palabras, ¿el futuro del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional podría depender de su voto en el Senado como ocurrió, por caso, con la Resolución 125? La respuesta es sí. Para eso, el proyecto de ley que debe aprobar el Congreso debería ingresar por Diputados, recibir media sanción allí y, que al momento de la votación en la Cámara alta, se produzca un doble empate.
En Diputados, el hijo de la ex presidenta, Máximo Kirchner, se desligó del asunto. Con su renuncia a la presidencia del bloque oficialista, no solo logró desentenderse del discurso de cierre en el debate en la Cámara baja (o de las suspicacias que podría despertar que, como hizo en más de una oportunidad durante estos dos años, delegue la tarea en un integrante de la bancada).
Pero además, el presidente del PJ bonaerense no deberá alinear a los 118 diputados de ese espacio para que acompañen el acuerdo que el Presidente Alberto Fernández busque concretar. Acuerdo en el que él no cree.
Ahora, ambas tareas están en manos del santafesino Germán Martínez.
DOS ESCENARIOS
En el Senado, por el rol que ocupa, a CFK le deparan dos posibles destinos. ¿El primero? Que se limite a presidir la sesión, anuncie el momento de la votación y que confirme la sanción o no del acuerdo en cuestión. Si se cumple ese escenario, la socia fundadora del FdT podría llegar a la recta final sin haber pronunciado una palabra sobre su postura ante el acuerdo con el organismo internacional. O sea, prolongar su silencio actual.
Pero, su rol como presidenta de la Cámara alta la podría llevar a un segundo escenario: que sea ella quien defina el futuro del acuerdo. Es que, el reglamento del Senado establece que si una votación se empata, "se abrirá una nueva discusión, se repetirá en seguida la votación, y si ésta vuelve a resultar empatada, decide el voto del presidente". En este caso, Cristina Kirchner.
Dos consultoras midieron cuatro escenarios posibles. Además, números clave para las internas del Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
Un dato es que, en la segunda votación "los senadores que han estado presentes en la nueva discusión" pueden participar. Es decir, podrían sumarse nuevos legisladores al segundo debate y alterar el resultado final más allá de que el resto sostenga su postura inicial.
Si hay alguien que conoce esta situación es el ahora diputado Julio Cobos. Al mendocino no le tocó una sino dos veces desempatar cuando fue vicepresidente de CFK. En ambos casos (retenciones móviles y 82% móvil), el mendocino inclinó la balanza en contra del Gobierno que lo llevó a presidir la Cámara alta.
En caso de que se produzca este segundo escenario, la dos veces presidenta deberá optar si quiere pasar a la historia con un voto "no positivo", como Cobos, y correr el riesgo de convertirse en "traidora", como lo tildaron al radical tras su rechazo a la Resolución 125. O bien, si se inclinará por abroquelarse al acuerdo que busca concretar su compañero de fórmula.
ABSTENCIONES BAJO LA LUPA
Un dato a tener en cuenta es que en el Senado, las abstenciones no rigen igual que en Diputados. El proyecto, sobre el que el Congreso apenas podrá expedirse a favor o en contra (es decir, no podrá introducir modificaciones en el acuerdo), requiere de una mayoría simple para ser aprobado. Es decir, con que la iniciativa coseche un voto a favor por encima de los rechazos es suficiente.
Salvo que el número de abstenciones superen los votos positivos o negativos (en ese caso, la Cámara deberá repetir la votación), en Diputados, estas no inciden en el quórum. Es decir, no se requieren sumar 129 votos (ya sea a favor o en contra) para que la sesión siga en pie.
En el Senado, en cambio, el reglamento hace la siguiente aclaración: "El senador presente, con autorización del cuerpo, puede abstenerse de votar. En este caso, el cálculo del quórum y el cómputo de la votación, se hará sobre la cantidad de votos que se emitan".
El objetivo es presentar el proyecto entre el lunes y el miércoles en la Cámara de Diputados; Guzmán se prepara para defenderlo
Es decir, si un senador se abstiene, figura como ausente. En otras palabras, si los votos positivos superan a los negativos (o a la inversa) pero estos no suman 37, la sesión se cae.
Esto pone en aprietos al oficialismo. O, al menos, a aquellos oficialistas que aspiren a abstenerse o ausentarse en la votación.
Es que, en el hipotético caso de que la totalidad de los senadores de Juntos por el Cambio se abstengan y que la cordobesa Alejandra Vigo haga lo propio (como ya anunciaron que harían los diputados que responden al gobernador Juan Schiaretti) sumarían un total de 34 abstenciones.
Es decir, al Frente de Todos le quedaría un margen de tres abstenciones, de lo contrario, la sesión se caería. Casualmente, tres son los aliados con los que cuenta el oficialismo: Alberto Weretilneck (Río Negro), Magdalena Solari Quintana (Misiones) y suman a la riojana Clara Vega (pese a que desde su entorno aclaran que mantiene un "monobloque independiente").
Por ahora, se desconoce cuál será la postura del bloque en el Senado. Su presidente, José Mayans, dejó en claro que no la definirán hasta tanto conozcan la letra chica. Pero, si ocurre como en Diputados, que una treintena de legisladores podrían rechazarlo o abstenerse, el dato podría condicionar la estrategia de los que, como Máximo Kirchner, no comulgan con el acuerdo con el organismo internacional.
O al Gobierno, si los propios, por convicción, hacen naufragar la sesión.