Politica La columna de Antonio Ginart

Este es el Congreso que tenemos

Lo más grave no es que se hayan insultado, porque a esta altura ya ni sorprende. Lo grave es que muchos de los que ayer protagonizaron ese show son los mismos que gobernaron los últimos 20 años. 

Jueves, 3 de Julio de 2025

Qué papelón. otra vez. Uno mira la sesión de la Cámara de Diputados de la Nación y no puede más que sentir vergüenza ajena. No por los gritos. No por los insultos. No por las amenazas, ni siquiera por los empujones. Sino por todo junto. Porque eso no es un cruce acalorado. Eso no es un debate intenso. Eso es un escándalo. Una postal lamentable que retrata exactamente por qué estamos como estamos en este país.


Diputados a los gritos, mujeres insultadas, hombres empujándose como si estuvieran en la puerta de un boliche. Diputadas que se creen valientes solo porque tienen un micrófono o una banca que les dio el dedo de un jefe político. Todo en el Congreso. En el lugar donde se deberían discutir leyes para mejorarle la vida a los argentinos. ¿Y qué se ve? Circo. Papelón. Violencia. Poca cabeza. Y cero respeto por la democracia.

Lo más grave no es que se hayan insultado, porque a esta altura ya ni sorprende. Lo grave es que muchos de los que ayer protagonizaron ese show son los mismos que gobernaron los últimos 20 años. Los que endeudaron al país con truchadas, los que estatizaron empresas con olor a negociado, los que quebraron Aerolíneas, YPF, los trenes, las jubilaciones. Los que llenaron el Estado de militantes y vaciaron las escuelas. Y que hoy, como no tienen argumentos, responden con violencia. Porque no saben discutir. Porque no pueden sostener un dato, una cifra, una idea sin gritar.

Eso es lo que queda cuando la política se convierte en un refugio de impunidad. Cuando el Congreso deja de ser un recinto y se transforma en un ring de boxeo. Porque hay muchos que ya no quieren legislar, sino defender sus privilegios y protegerse entre ellos. No les importa el país. Les importa su bloque, su quiosquito, su cargo. Por eso gritan. Por eso empujan. Por eso agreden.

La democracia argentina no se merece esto. No nos merecemos esto. Y después se quejan de que la gente los insulta en la calle. ¿Cómo no va a estar enojado el ciudadano común si ve que los que deberían dar el ejemplo se comportan peor que un grupo de barras bravas?

Si de verdad quieren representar al pueblo, empiecen por comportarse como personas. Porque de la política chiquita, del chicaneo barato y la agresión constante, ya estamos hartos. Queremos soluciones. Y queremos respeto. Porque mientras ellos se pelean, el país se cae a pedazos. Y eso, lamentablemente, no lo van a arreglar a los gritos.