El Presidente encabezará este viernes el acto oficial en el Campo Argentino de Polo junto a su gabinete, mientras que la Vicepresidenta participará de la ceremonia en Rosario con el gobernador Maximiliano Pullaro. La agenda dividida vuelve a exponer las tensiones dentro del Gobierno.
Este viernes, mientras se conmemora el Día de la Bandera, la grieta interna dentro del oficialismo quedará una vez más expuesta. Javier Milei y Victoria Villarruel participarán de actos por separado: el Presidente estará a las 11 en una ceremonia oficial en el Campo Argentino de Polo, en la Ciudad de Buenos Aires, junto a integrantes del gabinete; la Vicepresidenta, en cambio, viajará a Rosario, donde acompañará al gobernador Maximiliano Pullaro en el evento central organizado por la provincia de Santa Fe.
En Casa Rosada aseguran que no estaba previsto cursar una invitación a Villarruel para el acto porteño. Según fuentes cercanas al Ejecutivo: "No la vamos a invitar, la relación está rota".
La tensión entre ambos dirigentes libertarios se arrastra desde hace meses. En el último Tedeum del 25 de mayo, Milei evitó saludar a Villarruel e incluso la excluyó de la tradicional caminata oficial desde Balcarce 50 a la Catedral Metropolitana. Luego, al ser consultado por esa actitud, el Presidente fue tajante: "Roma no paga traidores".
El vínculo entre el Presidente y su compañera de fórmula comenzó a deteriorarse poco después del inicio del gobierno. Uno de los momentos más evidentes fue durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el 1 de marzo, cuando Milei interrumpió a Villarruel en plena asamblea legislativa con un seco: "No te apures, todavía no terminé", para luego omitir el saludo al cierre e ignorarla en la cena posterior con ministros.
Desde entonces, la Vicepresidenta fue apartada de las reuniones de gabinete y excluida del armado de listas de La Libertad Avanza por decisión directa de Karina Milei, hermana del Presidente y titular de la Secretaría General de la Presidencia.
Según trascendió, en el oficialismo acusan a Villarruel de llevar una agenda propia y de desmarcarse del discurso duro del núcleo libertario. En especial, generó malestar su rechazo a la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior, tal como lo establece el polémico Decreto 1112/24, que habilita su intervención ante amenazas no estatales, como organizaciones terroristas.