Policiales Creían que allí había un prostíbulo

Mujeres con poca ropa y una puerta secreta: qué dicen los vecinos de la secta de Villa Crespo

En una recorrida de Clarín por el barrio, contaron los extraños movimientos que se veían de madrugada. Otros expresaron su sorpresa,

Martes, 16 de Agosto de 2022

El viernes pasado, las cámaras de televisión revolucionaron la cotidianeidad de un lugar arraigado en sus propias costumbres. Todo sucedió en el barrio de Villa Crespo, cuando 50 allanamientos en simultáneo desbarataron una de las múltiples caras de una secta internacional que funcionaba en un edificio de la calle Estado de Israel 4457, bajo la pantalla de la Fundación Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA).

Los vecinos hablan de una puerta misteriosa y de movimientos extraños alrededor, pero la noticia dejó perplejo a más de uno. “Algo que a mis amigos les llamaba mucho la atención es que, cerca de las 3 de la madrugada, veían ingresar por la puerta de ese edificio a mujeres con poca ropa, como si estuvieran disfrazadas”, señala el empleado de una casa de comidas, mientras saca un cigarrillo del bolsillo para darle una pitada.

Según la investigación, la organización, que operaba desde la década del "90, incluye inmobiliarias, consultoras, financieras paralelas generaba ingresos de hasta 500 mil dólares al mes. Además, expandía sus negocios tanto en Argentina como en Estados Unidos.

La fachada del centro de yoga donde operaba la organización que captaba a personas con la promesa de terminar con “los males del SIDA y las drogas” y el “desarrollo de la felicidad” está al lado de un supermercado chino.


Sus dueños hablan poco español, pero una de las cajeras le dijo a este medio: “Lo poco que nos enteramos fue un montón. La gente de al lado es amable en el trato y por eso también nos impactó. Es duro saber que siempre haya un oportunista esperando aprovecharse del más vulnerable”.

El inmueble, donde operaba una de las principales puertas de entrada a la secta para captar a las víctimas, todavía luce “ocupado”. El centro de la puerta del vidrio está tapado con una especie de cartón, el interior iluminado y cada tanto se abren sus puertas. Sale una señora que carga una mesa de madera.

Más tarde, aparece un joven de campera naranja que ignora por completo la pregunta, haciendo un gesto extraño para mostrar su disconformidad. Una camioneta roja permanece estacionada frente al ingreso y también se observan dos autos en doble fila.

Cecilia vive hace 27 años en el barrio de Villa Crespo y siempre sospechó de que algo andaba mal en esas “puertas misteriosas”.

“Por lo que hablé con gente de la zona, se trataba de una secta de tráfico de personas, medicamentos y dinero. Incluso, un vecino averiguó que le robaban bienes a gente enferma ofreciéndoles curas milagrosas. Además, parece que funcionaba un prostíbulo”, señala tras interrumpir la charla con un grupo de amigos en la puerta de un bar.

Y sigue: “El edificio tiene dos entradas: una puerta de vidrio y una de madera. La primera creía que estaba destinada para uso del personal y en la segunda parecía que funcionaba una confitería clandestina, con invitación de ingreso, donde había chicas trabajando voluntariamente. Solo se abre cuando golpeás o tocás el timbre. Allí se veía ir a gente específica".

"Tiempo atrás, gente del edificio de al lado vio salir de ahí a políticos. Lo llamativo era que nunca vimos movimientos de vecinos que entraran o salieran. Veíamos salir a chicas jóvenes ,que asumimos eran prostituidas, y a señoras", agrega.

Cada cual con su tema

Liderada por una especie de mesías autoproclamado al que llamaban "Maestro", Juan Percowicz (84) pregonaba que su misión es ayudar a la humanidad formando seguidores. Está acusado de montar una estructura que incluía prostitución VIP, medicina ilegal y presunto lavado de activos.

Bajo el nombre de BA Group, la organización criminal captaba adeptos desde la Escuela de Yoga de Buenos Aires para reducirlas a la servidumbre o, en algunos casos, ofrecer servicios sexuales a “personas de poder”.

Mientras acomoda los cubiertos de una mesa en la vereda, el recepcionista de un bar de la cuadra dice que nunca había notado nada extraño. “Solo me llamaba la atención que siempre hubiera un hombre en la puerta tomando cerveza, escuchando música o lavando un auto. Es educado, pero parece como perdido en su propio mundo”, dice.

“Hace 25 años que vivo en este barrio y ese edificio siempre me resultó misterioso. Parecía que hacían yoga, pero no sé mucho más porque me voy de mi casa a las 7 y regreso a las 21”, dice un señor mayor mientras cierra con llaves la puerta de su casa para pasear a su perro. Varios vecinos aseguraron estar enfocados en su trabajo y no involucrarse con lo que pasa a su alrededor.

En la esquina, un joven espera que cambie la luz del semáforo para cruzar. Ante la consulta de este diario, vacila y asegura estar sorprendido por la situación. “El viernes, cuando volvía del trabajo, me encontré con todo cortado por el allanamiento y pensé que era un choque. Uno piensa que está lejos de estas cosas y estaba pasando a una cuadra de mi casa”.

“Llego, me meto en mi casa y sigo con lo mío. No me meto ni involucro con nadie”, remarca un señor mientras sale de su casa con ropa deportiva para comprar en el chino de la manzana. En la parada de la línea 99, un adulto mayor asegura que esa casa es misteriosa. “Siempre observé pocos y extraños movimientos. Alguien llama, espera, vuelve a golpear y le abren”, sostiene.

También hallaron videos pornográficos.