El hombre venía sufriendo constantes hechos de inseguridad y adquirió una pistola para defenderse de los malvivientes. Pese a no contar con antecedentes, fue encarcelado y ahora busca la libertad.
Desde hace tiempo que la inseguridad se transformó en una de las principales problemáticas en el país y también en Mendoza. Los episodios delictivos no afectan a todos por igual, ya que algunos ciudadanos suelen sufrirlos con más frecuencia que otros. Ese es el caso de un vecino del barrio San Martín que en los últimos años ha sido víctima de numerosos robos y asaltos.
El hombre, trabajador y padre de familia, actualmente se desempeña como chofer de una conocida aplicación de viajes, tiene un minimarket en su domicilio y también lidera una escuela de fútbol en la mencionada barriada del oeste de Ciudad, tarea que realiza ad honorem.
Recientemente, tomó la decisión de comprar un arma de fuego para defenderse de los constantes robos a su vivienda, aunque no se trata sólo de situaciones recientes. Años atrás la inseguridad lo obligó a mudarse a San Luis, donde también fue asaltado, y luego volvió a Mendoza porque su pareja quedó embarazada. Así, en la última ocasión que su familia fue blanco de un ilícito, enfrentó a los malvivientes y eso provocó que terminara tras las rejas.
El hecho se registró alrededor de las 22.30 del sábado 8 de este mes y quedó captado por las cámaras que la víctima colocó en su domicilio para reforzar la seguridad del inmueble. Hasta el lugar llegaron dos individuos que se hicieron pasar por clientes y aprovecharon una distracción para sustraer una bicicleta Glory SPX rodado 29, previo a cortar una cadena de seguridad.
A través de las imágenes captadas por las cámaras, las víctimas identificaron a uno de los autores, a quien describieron como un vecino conocido de la barriada. Frente a eso, el propietario, quien no se encontraba presente en el domicilio y fue alertado por sus familiares, se dirigió hasta la casa del presunto ladrón para enfrentarlo y realizó una serie de disparos intimidatorios, sin buscar lastimar a nadie, pero evidentemente enfurecido por los reiterados robos que viene sufriendo, señalaron fuentes allegadas a la investigación
Mientras regresaba a su vivienda, acompañado por un amigo, policías de la jurisdicción que fueron desplazados hacia ese sector del popular complejo capitalino a raíz de las detonaciones de arma de fuego, le frenaron el paso y al requisarlo le secuestraron la pistola calibre 9 milímetros que tenía en su poder y que había adquirido en el mercado negro.
Al no contar con la documentación correspondiente, el fiscal de Delitos No Especializados Gabriel Blanco lo imputó por portación ilegal de arma de guerra, calificación que prevé penas de entre 3 años y 6 meses a 8 años y 6 meses de prisión.
Más allá de que el hombre no contaba con ningún tipo de antecedentes previos y que acababa de ser víctima de un caso de inseguridad, el representante del Ministerio Público ordenó su traslado al Complejo Penitenciario San Felipe, donde permanecía alojado hasta este viernes.
La defensa del entrenador de fútbol, a cargo de Juan Franco Ferraris, solicitó desde un principio el recupero de la libertad, teniendo en cuenta que se trata de un ciudadano que jamás había violado la ley a lo largo de su vida y que, en esta ocasión, sólo lo hizo para defender a su familia y a sí mismo, sumado al hartazgo por los robos que venía padeciendo.
Incluso, el representante legal del hombre planteó la posibilidad de que accediera a la detención domiciliaria, ofreciéndose a rendir una fianza de 4.000.000 de pesos "o el monto que el MPF solicite", de acuerdo con la solicitud que presentó ante el fiscal del caso.
Pese a eso, Blanco rechazó todas las solicitudes formuladas por el defensor, motivo por el que el trabajador del volante continuaba recluido, mientras sigue avanzando la instrucción en su contra.
La entidad tomó la determinación de desafiliar a un club ante la falta de cumplimiento de los pagos. Sin embargo, desde la institución afirman que abonaron y tienen los comprobantes. Guerra en puerta.