Todo se sabe en el café, hasta los datos más intrascendentes pueden tomar relevancia. Solamente tiene que estar atento para que nada lo tome desprevenido, querido lector.
Ya no quería el café bien caliente, la temperatura alcanzó niveles primaverales esta semana. Aunque tampoco estaba para café frío o café con helado, el grandote no hizo observaciones cuando Hernán, el mozo, trajo el pedido de siempre. Como cada jueves, la comanda decía dos cortados en jarrito (para Gastón y el innombrable), un café chico bien cargado (para el flaco) y un café con leche con una medialuna (para el grandote).
"Todo indica que mañana dejaría alguna definición respecto de cuándo levanta el cepo", subrayó Gastón, dando pie para que aquel cuyo nombre no se dice en voz alta también dejara alguna definición sobre la mesa. Todos saben que anda en la rosca fuerte y maneja información 'posta' de primera mano. "Si nada cambia el eje del discurso, dará una pequeña clase sobre política monetaria. Repasará los negros datos de la herencia recibida, los logros macroeconómicos de estos nueve meses de gestión, resaltará la caída de la inflación y reforzará su idea de cerrar el Banco Central", resumió el innombrable.
"Pero ahora dependerá de la nueva manera de medir que tendrá el INDEC", dejó caer el flaco. "¿A qué te referís con eso de nueva manera?¿Medición de qué?¿Otra vez van a toquetear la inflación? ¡Eso es muy de la casta!", interrogó, exclamó y resopló, en ese orden, sorprendido Gastón. "No, no. Tranquilo", lo calmó su amigo y pasó a explicar: "Se están haciendo pruebas, pero en dos meses ya sería publicado el IPC con una nueva metodología de medición. Los indicadores de consumo no se actualizan desde hace veinte años. La población cambió, también los canales de venta y, obviamente, las preferencias de consumo también cambiaron".
"Cambia, todo cambia", pensó el grandote en voz alta mientras sopaba la medialuna. "Lo que no cambian todavía son muchos jefes de organismos nacionales", advirtió irónico el flaco. Si bien ha cambiado muchas veces de partido, sus genes llevan los dedos en 'v'. "Ahora, la nueva manera de meter la motosierra es agrupando oficinas y dependencias en pocas jefaturas", aclaró el grandote, tras darle un sorbo al café con leche y echando más leña al fuego. "No está claro si lo hacen para achicar gasto en sueldos o porque no tienen gente. Pero esta semana hubo un revuelo importante, en gran parte del país. No explicaron lo que estaban haciendo y muchos creyeron que estaban cerrando oficinas en provincias. Los empleados y los jefes quedaron a más de 200 kilómetros de distancia", aclaró. "Mientras no empiecen a dibujar viáticos", tiró con una sonrisa el flaco.
"Viáticos van a tener que pagarle a las fuerzas de seguridad para custodiar pozos, yacimientos, puertos y cerealeras. Se viene el nuevo Comando de Seguridad Productiva y seguro, como hacen siempre, van a mandar gendarmes del Chaco a custodiar Río Gallegos", contó Gastón. "¿Y eso?", preguntó el grandote. "Por las dudas", respondió el innombrable y agregó: "Harán tareas de prevención y control del orden en los lugares economicamente estratégicos, como Vaca Muerta o la zona portuaria de Rosario y Bahía Blanca".
"Hablando de petróleo, ¿No tenés nada para contarnos?", preguntó socarronamente el innombrable al grandote. Todos saben que el grandote se hace llamar asesor legislativo pero, en realidad, hace lobby. "No sé a qué a te referís", respondió y los tres se quedaron mirándolo a la espera de una exposición clásica del innombrable.
Ni lerdo ni perezoso y fiel a su estilo, aclaró la voz y tituló: "Esta semana, un legislador provincial presentó un proyecto para hacer obligatorio, en la provincia, el uso de mantas oleofílicas para mitigar derrames de petróleo". "Eso es muy viejo. Es más, hasta incluso las están prohibiendo", interrumpió el flaco. "Exactamente, eso es lo llamativo", aclaró el innombrable. "Hace quince años se discutió esto en provincias de la Patagonia. Hace doce años que es obligatorio el uso de esas mantas en Neuquén, pero no son reutilizables. Se hacen a base de plumas de pollo y se van acumulando, empetroladas, en depósitos al aire libre, cuando no las queman las mismas petroleras para hacer lugar. Por eso, ya están analizando prohibirlas y buscar otra alternativa. Pero mientras tanto, llamativamente, buscan que sea obligatorio en Mendoza".
"Cambia, todo cambia", volvió a pensar en voz alta el grandote. "Si, cambia de provincia. Se vienen con el negocio de las frazadas de pollo para acá y vamos a estar diez años discutiendo dónde las metemos", lanzó molesto y de brazos cruzados Hernán, el mozo, que seguía atento la conversación. El silencio dominó la escena un par de segundos, hasta que las carcajadas explotaron y la conversación se fue para cualquier lado. Tanto así, que no vale la pena contarles.