La isla del océano Índico está habitada hace 60 mil años por una tribu. Rechazan cualquier contacto con extraños a los cuales ejecutan.
En el año 2018, el estadounidense John Allen Chau se acercó a la isla Sentinel del Norte, habitada por una tribu aislada del mundo, y fue ejecutado a flechazos. Desde hace años este misterioso lugar se ha convertido en tema de conversación para investigadores.
Oficialmente su administración depende de India, pero hace mucho tiempo que las autoridades de este país tiraron la toalla. De hecho, se ha establecido una zona de exclusión de tres millas (cinco kilómetros) alrededor de la isla. Prefieren evitar nuevos incidentes que resolver los enigmas que ocultan aquellas tierras.
Sentinel del Norte tiene una gran riqueza ecológica y lo cierto es que su vegetación es tan densa que se hace imposible el avistamiento de ningún asentamiento humano desde el aire. Pero la isla no es ajena a los efectos del cambio climático ni a los desastres naturales.
La paradisíaca isla se encuentra en el Océano Índico, al este del golfo de Bengala. Su riesgo particular está muy claro: sus habitantes detestan ser visitados y matan a quienes intentan acercarse.
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La pequeña isla de 72 kilómetros cuadrados está situada en el archipiélago de las Islas Andamán.
La tribu que la habita -se calcula hace unos 60.000 años- resiste al contacto con los visitantes.
The Daily Mail dedicó años atrás un informe para hablar de los misterios de Sentinel de Norte y sus pobladores.
Los únicos que se atreven a acercarse a Sentinel del Norte son los pescadores ilegales, conscientes de la riqueza de sus aguas. La guardia costera india extrema la vigilancia para evitar estas prácticas, que ponen en peligro la forma de vida de los aborígenes y la seguridad de los propios pescadores.
Sin embargo, algunos consiguen burlar los controles y llegar a las proximidades de la costa.
Dos incautos pescadores que alcanzaron la isla en 2006 fueron inmediatamente asesinados por la tribu local.
Tras el terrible tsunami de 2004, aviones y helicópteros sobrevolaron Sentinel del Norte para comprobar si la catástrofe había afectado a sus habitantes. La exploración fue tan superficial que no fue posible extraer muchas conclusiones, pero sí se confirmó que continúa habiendo vida humana.
Los indígenas de la isla son conocidos mundialmente como “la tribu que vive en la Edad de Piedra”, aunque este apelativo no es del todo preciso, al haberse detectado que cuentan con algunas herramientas y armas rudimentarias. Hay algunas fotografías e imágenes tomadas desde aeronaves.
Viven de la caza y la recolección.
Survival International, defensores de los derechos de los pueblos tribales, describe a la tribu como “la sociedad más vulnerables del planeta”. Debido a su aislamiento, las posibilidades de acabar extinguidos son muy altas. Una epidemia de gripe o de sarampión podría ser mortal para ellos. Y aconsejan dejar las cosas como están. No visitarlos y no tener contactos.
A pesar de convertirse en una “isla prohibida”, en el año 2018, el misionero estadounidense John Allen Chau decidió que sería su próximo destino para evangelizar. La primera vez que intentó acercarse a Sentinel del Norte lo logró gracias a dos pescadores que violaron la normativa y lo llevaron. “Mi nombre es John. ¡Los quiero y Jesús los ama (...) Aquí tienen un poco de pescado!”, les gritó a dos miembros de la tribu que lo recibieron con flechas.
Desesperado, logró volver al barco sano y salvo. En su diario íntimo, difundido luego por el diario The Washington Post, escribió: “¡No quiero morir! Podría volver a los Estados Unidos porque me parece que quedarse aquí significa una muerte segura”.
Y estuvo en lo cierto, en su segundo intento lo volvieron a recibir con una lluvia de flechas. Pero esta vez no habría marcha atrás: el joven siguió caminando y fue capturado por los indígenas, que le ataron una soga en el cuello y lo arrastraron por la playa. Horas después, los pescadores que lo habían acercado hasta la orilla vieron su cuerpo semienterrado. (La Voz)