El gobierno de Lula da Silva destacó que las excepciones incluidas por Estados Unidos moderan significativamente el alcance de la medida
El gobierno de Estados Unidos anunció una subida arancelaria del 50% sobre las importaciones provenientes de Brasil, medida oficializada el pasado miércoles por el presidente Donald Trump y que entrará en vigor el 6 de agosto. Según declaraciones recogidas por diversos medios, la decisión afecta principalmente a productos como café y carne, de los cuales Brasil es el mayor exportador mundial, aunque incluye cerca de 700 excepciones que relajan considerablemente el efecto esperado en la economía brasileña.
El ministro de Finanzas de Brasil, Fernando Haddad, calificó la medida de "injusta", pero reconoció que el resultado es "más favorable" de lo que inicialmente se preveía. Haddad aseguró que las observaciones presentadas por el gobierno brasileño "evidentemente fueron apreciadas", lo que coloca a Brasil en "un punto de partida más favorable del que se imaginaba, pero lejos del punto de llegada". El ministro anunció la apertura de negociaciones con Washington, en conversaciones previstas a celebrarse próximamente con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent.
El anuncio de Washington ha generado preocupación por el potecial impacto en la economía de Brasil, que ya experimenta una desaceleración. Sin embargo, los cálculos elaborados por el vicepresidente de Brasil, Geraldo Alckmin, muestran que solo el 35,9% de las ventas brasileñas a Estados Unidos se verán afectadas por el nuevo arancel, de acuerdo con la lista de productos exceptuados de la sanción. El año pasado, el valor de las exportaciones de Brasil a Estados Unidos alcanzó los 40.000 millones de dólares, equivalente al 12% del total de embarques internacionales del país.
Las principales excepciones incluyen productos estratégicos para la economía brasileña, como jugo de naranja, petróleo y derivados, aeronaves y piezas aeronáuticas, celulosa y fertilizantes. Según Alckmin, estos productos representan el 45% de las exportaciones brasileñas excluidas de la sanción, mientras que otro 20% corresponde al acero, aluminio, automóviles y autopartes, sectores que ya estaban sujetos a aranceles previos. Por tanto, según Alckmin, el impacto será "muy inferior al inicialmente previsto" y confirmó que el gobierno seguirá negociando para reducir aún más el porcentaje afectado y conseguir que más productos sean exceptuados.
La decisión de Trump incluye un alza arancelaria especialmente significativa para el café, la carne y las frutas brasileñas, sectores de gran relevancia en la pauta exportadora. Brasil, primer productor y exportador global de café, vendió a Estados Unidos en 2024 alrededor de 8,1 millones de sacos, cifra que representa el 16% del total de exportaciones del grano brasileño y aproximadamente un tercio del mercado cafetero estadounidense.
Las proyecciones económicas iniciales preveían un impacto más severo, que podría afectar directamente el crecimiento del producto interior bruto (PBI) brasileño. Sin embargo, de acuerdo con los cálculos revisados por la firma Goldman Sachs, la incidencia se limitará a 0,15 puntos porcentuales del PBI gracias al paquete de excepciones.
Fotografía de archivo en la que se registró una vista aérea general del puerto de Río de Janeiro
La medida estadounidense se enmarca en una coyuntura de tensión diplomática. Según medios brasileños, la arremetida comercial de Trump obedece parcialmente a una represalia por el juicio contra el ex mandatario brasileño Jair Bolsonaro, aliado político del presidente estadounidense. Casi en paralelo al anuncio de los aranceles, la Casa Blanca comunicó sanciones económicas contra Alexandre de Moraes, juez de la Corte Suprema de Brasil encargado del proceso judicial contra Bolsonaro.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva reaccionó declarando que defenderá "la soberanía del pueblo brasileño". Por su parte, Alckmin enfatizó en entrevistas televisivas que "lo innegociable es la soberanía nacional", en referencia a la exigencia de Trump de condicionar la retirada de las sanciones a la anulación de los procesos judiciales contra Bolsonaro.
Respuesta brasileña: negocaciones y medidas de protección
El gobierno de Lula da Silva ha anunciado un programa de medidas de protección para las empresas exportadoras afectadas, que será lanzado "en los próximos días", según informó Haddad. Al mismo tiempo, las autoridades brasileñas del área económica confirmaron que recurrirán los aranceles en "las instancias debidas" dentro de Estados Unidos y ante organismos internacionales, y que seguirán buscando nuevos mercados para productos como pescado, carne bovina, miel y frutas.
Tanto Haddad como Alckmin coincidieron en que la vía diplomática permanece abierta y que "la negociación más fuerte comienza ahora". Admitieron que será más complicado buscar alternativas para algunos productos industriales dependientes del mercado estadounidense, aunque mantienen la postura de encontrar nuevos destinos para las exportaciones agropecuarias y de alimentos que enfrentarán el arancel.
Entre las consecuencias inmediatas, el arancel efectivo promedio, tras las sanciones y las excepciones, se situará en un 30,8%, por debajo del 36,8% previsto inicialmente por los analistas, de acuerdo a las revisiones de Goldman Sachs.
Las próximas semanas serán decisivas para el futuro de las relaciones comerciales entre ambos países, con Brasil enfocado en defender sus intereses y Estados Unidos enfrentando presiones internas para evitar incrementos en los precios a sus consumidores de café y carne bovina, productos en los que Brasil tiene una posición dominante.