La muerte del sumo pontífice llegó en un contexto de cambios geopolíticos profundos. La santa sede deberá redefinir su papel frente a conflictos bélicos, crisis migratorias y el ascenso de nuevas potencias.
"El Vaticano no está en una nube. El nuevo papado, indudablemente, comenzará de la mano de un posible nuevo orden global". Así lo aseguran varias de las voces más conocedoras de las internas vaticanas y de su relación con la política exterior.
Aunque la Iglesia católica no tiene como finalidad principal actuar en el orden internacional, el peso del Vaticano ha sido y sigue siendo significativo en muchos de los acontecimientos que marcaron, marcan y marcarán el rumbo del planeta.
El sucesor de Francisco enfrentará desafíos mayúsculos: las guerras en Ucrania y Medio Oriente, una polarización global cada vez más profunda, el ascenso del continente africano, el fortalecimiento económico y comercial del sudeste asiático, y el avance arrollador de la inteligencia artificial y las telecomunicaciones, que están reconfigurando por completo el sistema actual.
Además, el nuevo pontífice deberá mediar en un mundo tensionado por el enfrentamiento entre las dos principales potencias, China y Estados Unidos, que, pese a algunos gestos de distensión, mantienen fuertes cortocircuitos desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la reactivación de los aranceles que sacudieron al comercio internacional.
La da el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva. No participa Javier Milei, pero sí se acercaron Guillermo Francos y el canciller Gerardo Werthein. El funeral del santo padre será este fin de semana en Roma.
En este complejo escenario, la Secretaría de Estado del Vaticano -el órgano que oficia como Cancillería- mantiene vínculos y conversaciones con todos los actores relevantes del mundo: desde Vladimir Putin hasta Volodimir Zelensky, de Trump a Xi Jinping, pasando por líderes africanos y latinoamericanos.
Durante los años de papado de Francisco, el Vaticano jugó un rol central en el descongelamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, en los acuerdos de paz entre Colombia y las FARC, en los intentos de mediación ante la invasión rusa a Ucrania, y en los reiterados pedidos de cese de hostilidades en la Franja de Gaza ante las graves consecuencias humanitarias.
El nuevo papa deberá continuar esas gestiones aún inconclusas, pero también tendrá que actuar para evitar que nuevos focos de tensión desemboquen en conflictos abiertos. Ejemplos de esto son las disputas en el Mar Meridional de China, las guerras civiles sangrientas en varios países africanos -que provocan miles de muertes- y, sobre todo, la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, una de las prioridades del pontificado de Francisco y un tema central en la agenda global actual.
América Latina, el sudeste asiático y África se perfilan como las regiones que podrían emerger en este nuevo orden mundial, con una renovada influencia política y comercial.
Tras el anuncio de la muerte del Sumo Pontífice, la demanda de pasajes a Roma se disparó y miles de fieles argentinos buscan llegar a tiempo para el funeral en la Basílica de San Pedro.
En este contexto, el próximo sábado, durante el funeral oficial que se celebrará a las 10 de la mañana hora de Roma, se espera la participación de gran parte de los principales líderes del mundo, especialmente de Occidente, donde aún se concentra la mayor cantidad de católicos. Sin embargo, las tendencias demográficas de las últimas décadas muestran un corrimiento de esa concentración hacia el continente americano.
Esto abre una pregunta crucial: ¿tras el papado de Jorge Bergoglio, el primer papa latinoamericano -coincidente con el crecimiento del sur global-, podría el próximo pontífice provenir de una región hasta ahora impensada para liderar el Vaticano, como el sudeste asiático o África? De todos modos, entre los favoritos también figuran varios candidatos europeos, principalmente italianos, que todavía conservan peso en las proyecciones vaticanas. Fuente: TN