El Papa Francisco este lunes en el Vaticano, el Estado soberano de apenas 44 hectáreas de superficie que gobernaba y con menos de 800 habitantes.
La noticia de la muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes 21 de abril, conmocionó al mundo que no habla de otra cosa. En este contexto, la avidez por querer saber todo alrededor del Vaticano, en esta nota te contamos cómo se financia este pequeño, autónomo y millonario estado.
Aunque su superficie no alcanza ni medio kilómetro cuadrado y apenas cuenta con unos 760 habitantes, la Ciudad del Vaticano -el Estado soberano independiente más pequeño del mundo- gestiona finanzas complejas y multimillonarias.
Gobernado por el Papa como jefe de Estado y líder de la Iglesia Católica, el Vaticano sostiene su economía a través de tres pilares principales: donaciones de fieles, inversiones financieras y un robusto portafolio inmobiliario con más de 5.000 propiedades.
La situación económica del Vaticano no escapa a las dificultades. Antes de su fallecimiento, el papa Francisco enfrentó críticas dentro del propio Colegio Cardenalicio por impulsar un programa de ajuste y exigir equilibrio presupuestario. Desde 2021 implementó recortes salariale a los cardenales y en septiembre de 2024 impuso una polítoca de "déficit cero". Sin embargo, los números siguen en rojo: el déficit estimado para 2025 podría alcanzar los 87 millones de dólares.
Francisco había ordenado crear una nueva comisión para fomentar las donaciones, justo antes de ser hospitalizado por una neumonía. Su objetivo era claro: encontrar financiamiento externo que ayudara a cerrar el bache fiscal. No todos los sectores de la curia compartieron esa visión.
Las principales fuentes de ingreso del Vaticano son tres:
El entramado financiero del Vaticano se gestiona principalmente a través de dos organismos clave. El Instituto para las Obras de Religión (IOR), también conocido como el "Banco del Vaticano", aunque no opera como un banco tradicional ni tiene sucursales fuera de Roma. El otro es la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) que maneja las inversiones y los bienes raíces de la Santa Sede.
El nuevo Papa deberá asumir no solo la guía espiritual de 1.300 millones de fieles, sino también el desafío económico de ordenar las cuentas de una teocracia única en el mundo, que mezcla la fe con las finanzas globales.