El horror se aprecia en cada rincón, en cada pasillo, en cada celda, en cada metro cuadrado de la cárcel de Sednaya, que ha sido denominada el "matadero humano" del régimen sirio de Al Asad. 

En forma de aspa, la construcción es una mole de cemento gris. Los cascos blancos fueron de los primeros en entrar en el recinto en el que se torturaba hasta la muerte. Por doquier se aprecian las prendas de ropa esparcidas por el suelo y la mugre acumulada. En su interior y horas después de la caída del régimen, ha sido encontrado medio centenar de cadáveres. 

En esta prisión, que habría albergado entre 10.000 y 20.000 detenidos, según estimaciones de Amnistía Internacional, el uso de tortura y fuerza excesiva salió a la luz tras un motín de presos en 2008. Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, la prisión se había convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen.

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