Es sabido que no podemos cambiar nuestros genes, pero sí la forma en que se expresan. Lo que comemos, soñamos y pensamos tiene un efecto en la línea del envejecimiento.
Todos nacemos con una herencia genética determinada, pero nuestro estilo de vida va a ir modulando cómo se expresan esos genes heredados y eso nos va a predisponer a la salud o a la enfermedad, a acortar nuestra vida o a alargarla. Esto es lo que se conoce como epigenética, un término que hace referencia al estudio de cómo factores externos como la dieta, el estrés o la exposición a contaminantes, pueden activar o desactivar genes.
"La epigenética es la ciencia que estudia cómo ciertos genes se encienden y se apagan dependiendo de lo que comemos, pensamos, hacemos y bebemos. Estos cambios pueden afectar a procesos biológicos clave en el envejecimiento celular y, en consecuencia, a la longevidad", señala Beatriz Larrea, nutricionista holística mexicana que se desempeña en Estados Unidos. Así, si los genes que ayudan a mantener las células sanas se apagan, el cuerpo puede volverse más vulnerable a enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
La experta dijo que existe una carrera feroz en Occidente para retrasar el envejecimiento y no solamente por una cuestión estética, sino porque es el principal factor de riesgo para la enfermedad y discapacidad. Esta carrera dio entrada a nuevas tendencias y esfuerzos científicos para disminuir la edad biológica, porque la edad cronológica no se puede alterar, pero la biológica sí, lo que significa que está en nuestras manos tanto retrasar como acelerar ciertos aspectos del envejecimiento.
La línea del envejecimiento biológico, según Larrea, se mueve constantemente hacia delante y hacia atrás. "A lo largo de dos décadas he visto en pacientes cómo esta línea avanza con el estrés o las enfermedades inflamatorias y se retrasa con el amor, una alimentación sana, la práctica del deporte o un sueño de calidad", dijo. Nuestro cuerpo está permanentemente atento a todo lo que tiene alrededor y a la información que le estamos dando a cada momento. Lo que le damos de comer, por ejemplo, es información, es un código que habla en tiempo real con nuestros epigenomas, llamándolos a encender los genes de la vitalidad o los de la enfermedad, inflamación o envejecimiento, explicó Larrea.