La detención de Metehan Baltaci reveló una trama de apuestas ilegales y manipulación de resultados que involucra a futbolistas, dirigentes y árbitros.
El fútbol de Turquía vive un terremoto sin precedentes tras la detención de Metehan Baltaci, defensor del Galatasaray y compañero de Mauro Icardi, acusado de participar en apuestas ilegales que afectaban directamente a su propio equipo. El caso expuso un entramado de corrupción que ya alcanzó a clubes de primera división, árbitros, dirigentes y entrenadores, generando una crisis institucional que amenaza con modificar por completo el futuro del deporte en ese país.
La investigación salió a la luz luego de que medios locales confirmaran que Baltaci apostaba en partidos del Galatasaray, una práctica prohibida y severamente penada por la normativa deportiva. Su arresto se dio en paralelo con el de Mert Hakan Yandas, delantero del Fenerbahçe, también implicado en maniobras que, según las autoridades, buscaban manipular resultados para obtener ganancias económicas.
La Justicia turca señala que estos directivos actuaron coordinados en operaciones ilegales que involucraban apuestas a gran escala. El caso se volvió más grave cuando un tribunal de Estambul ordenó prisión preventiva para siete árbitros, además de Murat Özkaya, presidente del Eyüpspor, abriendo un capítulo que evidenció la dimensión del problema.
El presidente de la TFF, Ibrahim Haciosmanoglu, se mostró inflexible en conferencia de prensa: "Estamos decididos a erradicar cualquier rastro de corrupción del fútbol. No haremos excepciones", aseguró. Con 149 jueces suspendidos por períodos de entre ocho y doce meses, la federación intenta recuperar credibilidad mientras la justicia continúa ampliando la pesquisa. Todo indica que este escándalo, ya convertido en uno de los más grandes de la historia del deporte turco, recién empieza a revelar su verdadera magnitud.

El piloto argentino quedó en el fondo del clasificador pero por delante de su compañero de equipo, el francés Pierre Gasly en el segundo entrenamiento.