La decisión marca un giro del Gobierno para mejorar el diálogo. El flamante funcionario es reconocido por su diálogo con gobernadores de todos los espacios políticos. Cuáles son los próximos desafíos hacia adelante.
Javier Milei se reunió este domingo por la noche en Olivos con Diego Santilli, a quien nombró como nuevo ministro del Interior en reemplazo de Lisandro Catalán.
Santilli recibió el llamado de Milei cuando regresaba de Paraná hacia Buenos Aires. Iba manejando su auto cuando el presidente lo contactó por teléfono para ofrecerle el cargo. Sorprendido, aceptó de inmediato, aunque hasta ese momento no había tenido ningún indicio de que podría incorporarse al Gabinete. Aun así, el lunes pasado había cenado junto a su esposa con el presidente en Olivos en un encuentro que ahora cobra otro sentido.
De acuerdo a lo que pudo recolectar, en el Gobierno, el peronismo y el radicalismo coinciden en que la elección de Santilli es un acierto en materia política. Lo conocen desde que formaba parte del menemismo y elogian su "plasticidad".
El nombramiento tiene varias lecturas. En primer lugar, Milei cumple con lo que había prometido el domingo por la noche: iniciar una nueva etapa de consensos con los gobernadores. Por eso elige a una figura de excelente diálogo con todos ellos.
Santilli es un hombre que nació políticamente en el menemismo, con una larga trayectoria y vínculos sólidos con los mandatarios provinciales, incluso con los del peronismo, que lo reconocen como un interlocutor confiable.
Otro aspecto relevante es que, con esta decisión, no llega al Ministerio del Interior Santiago Caputo. Karina Milei nombró a Adorni como jefe de Gabinete y durante varios días se especuló con que Caputo podría ocupar Interior. Pero el hecho de que finalmente haya sido designado Santilli muestra que el presidente está reordenando las piezas dentro de lo que en el entorno libertario llaman "el triángulo de hierro".
De todas formas, Caputo habló este tema directamente con Milei. Él mismo prefería no exponerse al desgaste que implica estar en el Ministerio del Interior, un cargo que podía profundizar sus tensiones con Karina Milei. Algo similar ocurre con Sebastián Amerio, que no quiso asumir como ministro de Justicia y seguirá como viceministro. Caputo, por su parte, continuará desempeñando las funciones que ya tiene.
Ahora, la incógnita es cuál será el poder real de decisión de Santilli. Guillermo Francos también tenía un excelente vínculo con los gobernadores, pero muchas veces hizo promesas que luego no pudo cumplir, lo mismo que Lisandro Catalán. Los mandatarios provinciales se quejan de que durante dos años de gestión no se concretó nada de lo que se les prometió.
Santilli llega con tres desafíos inmediatos. Primero, acordar con los gobernadores la sanción del presupuesto nacional. Ese debate será clave, porque las provincias reclaman más fondos para obras públicas, avales para endeudarse en el exterior y una mejora en la coparticipación. El presupuesto será el escenario donde se pondrá a prueba la voluntad de diálogo del Gobierno. Después vendrán dos reformas centrales: la laboral y la tributaria, que el Ejecutivo planea tratar en sesiones extraordinarias a partir del 10 de diciembre.
La decisión de Milei de nombrar a Santilli pone fin a muchas especulaciones y permite comenzar la semana con mayor claridad política. Tras la renuncia de Francos, que había sido el principal interlocutor de los gobernadores, muchos se preguntaban con quién iban a negociar ahora. El nombramiento de Santilli responde a esa inquietud: Milei busca un perfil negociador, flexible, capaz de articular acuerdos y de sostener la promesa de una etapa de consensos.
Este segundo tramo del mandato de Milei se perfila como muy distinto al primero. Durante 2024 se vio a un presidente con alta legitimidad, pero demasiado encerrado sobre sí mismo. Luego mostró pragmatismo cuando debió negociar reformas en el Congreso, aunque en los últimos meses, con la necesidad de consolidar La Libertad Avanza, volvió a cerrarse. Ahora, la llegada de Santilli al gabinete marca un cambio yMilei da señales de querer abrir una etapa de diálogo político.
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