El 8 de agosto de 1969, una escena aparentemente cotidiana en una calle de Londres se convirtió en una de las imágenes más icónicas de la historia de la música. Cuatro hombres cruzando un paso de cebra en Abbey Road, sin más contexto que su presencia y la serenidad del momento. Esa fotografía, que adornaría la portada del último álbum grabado por los Beatles, Abbey Road, fue capturada por el fotógrafo escocés Iain Macmillan

Nacido el 20 de octubre de 1938 en Dundee, Escocia, Macmillan comenzó su carrera como fotógrafo en la década de 1960, tras mudarse a Londres para estudiar en la Regent Street Polytechnic. Su primer trabajo fue como fotógrafo de cruceros, pero pronto se dedicó al fotoperiodismo y la fotografía artística. Fue en este contexto que conoció a Yoko Ono, quien lo invitó a fotografiar una de sus exposiciones en la Indica Gallery de Londres. Esta colaboración lo introdujo en el círculo de John Lennon, quien, tras conocer su trabajo, le pidió que fotografiara la portada del próximo álbum de los Beatles.

El día de la sesión, Macmillan se situó en una escalera en medio de Abbey Road, mientras un policía detenía el tráfico para permitir la toma de las fotografías. Los Beatles, vestidos con atuendos sencillos, cruzaron el paso de cebra en varias ocasiones. En total, se tomaron seis fotografías, de las cuales se eligió una para la portada del álbum. En la imagen seleccionada, John Lennon lidera el grupo, seguido por Ringo Starr, Paul McCartney y George Harrison.

La fotografía no solo capturó a la banda en un momento espontáneo, sino que también reflejó la esencia de la época: la libertad, la creatividad y la conexión con la ciudad que los vio crecer. La simplicidad de la imagen, sin adornos ni textos, permitió que la música hablara por sí misma, consolidando a Abbey Road como uno de los álbumes más emblemáticos de la historia del rock.

A lo largo de su carrera, Macmillan continuó trabajando con artistas como Yoko Ono y John Lennon, y su legado perdura a través de sus imágenes que capturan momentos decisivos en la cultura del siglo XX. Su fotografía en Abbey Road sigue siendo un testamento de su habilidad para capturar la esencia de un momento, transformándolo en un símbolo eterno.