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El equipo de mujeres afganas que protagonizó una espectacular fuga del Talibán

La exjugadora de cricket australiana Mel Jones fue una de las tres mujeres que organizaron y financiaron el plan para que el equipo femenino de cricket de Afganistán huyera de su paí­s.

Sabado, 8 de Marzo de 2025
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La exjugadora de cricket australiana Mel Jones fue una de las tres mujeres que organizaron y financiaron el plan para que el equipo femenino de cricket de Afganistán huyera de su paí­s en 2021 tras el regreso al poder del Talibán.

Entre las 19 jugadoras que hicieron el aterrador viaje a Australia estaba Firooza Amiri, quien temblaba de miedo cada vez que su familia era detenida en el auto en el que viajaba.

Ocho eran los puestos de control por los que tuvieron que pasar para abandonar su paí­s de origen.

Hasta el dí­a de hoy, Amiri no puede comprender cómo se creyeron sus excusas de que iban a asistir a una "boda familiar" y a "llevar a su madre a recibir atención médica en Pakistán".

Tres años y medio después, ella y su equipo pisaron el campo de juego en el Junction Oval, en Melbourne, para representar al equipo femenino de Afganistán que jugaba su primer partido.

Otro capí­tulo en su notable historia acababa de comenzar.

Entre quienes observaban emocionados estaba Jones, quien se encargó de conseguir visas humanitarias de emergencia, dinero y un pasaje seguro para las jugadoras y sus familias.

Teniendo en cuenta los peligrosos viajes que habí­an hecho, este iba a ser un dí­a de alegrí­a abrumadora para las jugadoras que finalmente volví­an a competir en el deporte que aman.

Pero la insignia especialmente diseñada en sus uniformes, en lugar de un escudo oficial, era un gran recordatorio de que su lucha por jugar está lejos de terminar, mientras el Consejo Internacional de Cricket (ICC, por sus siglas en inglés) no las reconozca como una selección nacional.

En un nuevo documental, "El equipo olvidado de cricket", la BBC analiza la historia del equipo hablando con las jugadoras y aquellos que desempeñaron un papel crucial en su salida de Afganistán.

"No sabí­a si í­bamos a vivir o morir"

Amiri estaba tomando té en casa con su abuela en agosto de 2021 cuando se enteró de que el Talibán habí­a regresado.

"En ese momento me quedé en shock y sentí­ que lo perderí­a todo", dijo con lágrimas en los ojos, agregando que supo de inmediato que el equipo tendrí­a que abandonar el paí­s.

"Mis padres vivieron la primera vez que el Talibán estuvo en Afganistán y sabí­an lo que les pasarí­a a las niñas".

"No sabí­a si iba a sobrevivir. No sabí­a si habrí­a una oportunidad para mí­ y mi familia de salir de Afganistán, no sabí­a si í­bamos a vivir o morir".

"Lo quemé todo, todos mis certificados, todas mis medallas. No queda nada".

Según las leyes del Talibán, las mujeres tienen prohibido el acceso a las universidades, el deporte y los parques. También está prohibido que sus voces se escuchen fuera de sus hogares.

La compañera de equipo de Amiri, Nahida Sapan, recordó cómo llegaron a su casa buscándola.

"Mi hermano salió y uno de los miembros del Talibán le preguntó: "¿Sabes de una chica de cricket? Creemos que vive aquí­". Mi hermano estaba muy asustado. Yo tení­a un libro de resultados de todas mis compañeras de equipo, así­ que me fui a casa, rompí­ todos los papeles y los tiré a la basura".

Sapan, cuyo hermano trabajaba para el gobierno anterior, dijo que su familia comenzó a recibir llamadas y mensajes.

"Eran amenazas directas. Decí­an: "Las vamos a encontrar y, si las encontramos, no las dejaremos vivir. Si encontramos a alguna de ustedes, las encontraremos a todas".

"Estaba muy preocupada por todas las chicas del equipo. Todas necesitábamos un lugar seguro".

Ese lugar seguro iba a venir de una fuente inesperada al otro lado del mundo.

La evacuación "parecí­a una pelí­cula de Jason Bourne"

A miles de kilómetros de distancia, Mel Jones se encontraba en cuarentena en un hotel australiano durante la pandemia de covid-19, cuando recibió un mensaje de un periodista indio que le preguntaba si habí­a oí­do hablar de la situación del equipo de cricket afgano.

Las jugadoras habí­an pedido ayuda a la Junta de Cricket de Afganistán (ACB, por sus siglas en inglés) después de que el Talibán tomara el poder, pero no recibieron ninguna.

Estaban aterrorizadas bajo el gobierno del grupo islamista.

El periodista puso a Jones en contacto con una de las jugadoras y ella le preguntó si habí­a algo que pudiera hacer para ayudarlas. La jugadora respondió que todas sus compañeras de equipo y el personal de apoyo debí­an salir de Afganistán.

Jones, quien ganó dos Copas del Mundo con Australia, revisó sus contactos y trajo a varios voluntarios a bordo, incluida su amiga Emma Staples, quien solí­a trabajar para Cricket Victoria, y Catherine Ordway, quien habí­a ayudado a evacuar a las futbolistas afganas.

Creando una red de personas que podí­an ayudar, incluso sobre el terreno en Afganistán, organizaron visas y transporte para finalmente sacar a 120 personas del paí­s, principalmente a Pakistán, y luego en vuelos militares a Dubái. Desde allí­ volaron a Melbourne y Canberra en vuelos comerciales financiados por el gobierno australiano.

"No creo que comprendiera la enormidad de lo que estábamos haciendo en ese momento", dijo Staples. "Nos dijeron que tal vez no podrí­amos salvar a todos".

"Para mí­, fue como coordinar un servicio de inmigración clandestino. Tuve que completar los documentos de las visas e intentar transferir dinero a Afganistán para que las chicas compraran pasaportes".

"Fueron seis semanas de recopilación de información de los miembros de las familias de las jugadoras, tratando de obtener identificaciones, pero solo tení­amos esta hoja de cálculo con los detalles de todos".

La comunicación con las jugadoras fue "realmente desafiante", pero "nada que Google Translate no pudiera solucionar", según contó Staples.

"Todo pasó tan rápido para ellas que no creo que tuvieran tiempo de pensar en lo que tuvieron que dejar atrás. No tengo dudas de que algunas de ellas están pasando por la culpa del sobreviviente".

Jones, de 52 años, quien ahora trabaja como locutora de cricket, dijo que hubo momentos en los que no estaba claro si la misión tendrí­a éxito. Las cosas sucedí­an minuto a minuto", dijo.

"Sin sonar frí­vola, hubo momentos en los que parecí­a que estabas en una pelí­cula de Jason Bourne", contó, recordando que intentaba comentar en televisión mientras enviaba mensajes a una jugadora afgana que trataba de encontrar el auto correcto que la llevara a un lugar seguro.

"Esa fue la parte que me dio miedo, el asegurarme de que tomaran las decisiones correctas".

Escondidas y luego ignoradas

Durante meses después de aterrizar en Australia, las jugadoras mantuvieron en secreto su paradero, mientras viví­an en un alojamiento temporal, ya que todaví­a temí­an por su seguridad.

Los clubes de cricket locales a los que se unieron también ayudaron a proteger sus identidades.

Esperaron hasta diciembre de 2022 y luego escribieron al ICC para decirles que viví­an en Australia y para plantear dos grandes preguntas: ¿qué habí­a pasado con sus contratos con la ACB y qué habí­a pasado con el dinero destinado a la ACB y que deberí­a usarse en su preparación?

También solicitaron que algunos de esos fondos se redirigieran a las jugadoras en Australia.

Después de un mes, el ICC respondió que los contratos eran un asunto de la ACB y que dependí­a de la junta decidir cómo gastar los fondos que recibe del organismo rector mundial.

Pero como la ACB se negó a tratar con las jugadoras, el equipo se quedó con la sensación de que los organismos rectores del deporte se habí­an desentendido de ellas.

En junio de 2024, tras la llegada del equipo masculino de Afganistán a las semifinales del Mundial T20, las mujeres aprovecharon el momento para escribir una segunda carta al ICC.

Esta vez pidieron que se les permitiera formar un equipo internacional de refugiadas.

Dicen que nunca han recibido respuesta a esa carta.

"Es tan doloroso y tan decepcionante", dijo Shabnam Ahsan, quien tení­a solo 14 años cuando huyó de su paí­s. "No entiendo por qué ellos [el ICC] no están haciendo nada para ayudarnos. Hemos trabajado muy duro y merecemos ayuda como cualquier otro equipo".

El ICC le dijo a BBC Sport en un comunicado que "sigue comprometido con la situación en Afganistán, con el bienestar y las oportunidades de los jugadores como nuestra máxima prioridad".

Su presidente, Jay Shah, añadió: "Estamos comprometidos a apoyar el desarrollo del cricket a través de la Junta de Cricket de Afganistán, al tiempo que reconocemos los desafí­os que enfrenta el cricket femenino afgano, incluidas las preocupaciones de las jugadoras que viven en el exilio".

"El ICC también está revisando ciertas comunicaciones relacionadas con el cricket femenino de Afganistán y explorando cómo se las puede apoyar dentro del marco legal y constitucional del ICC. Nuestro enfoque está en el diálogo constructivo y en soluciones viables que salvaguarden los mejores intereses de todas las jugadoras de cricket afganas".

¿Qué pasará ahora?

El dí­a del partido en Melbourne estuvo lleno de emoción y alegrí­a, pero aún queda una pregunta importante: ¿qué le espera al equipo?

No cuentan con financiación oficial, aunque al dí­a siguiente del partido se puso en marcha un fondo en lí­nea llamado "Pitch Our Future", que pretende recaudar cerca de US$950.000 para ayudar a asegurar el futuro del equipo.

La Marylebone Cricket Club Foundation de Reino Unido también se ha comprometido a que las jugadoras de Afganistán sean las primeras beneficiarias de su nuevo Fondo Mundial de Cricket para Refugiados.

Las jugadoras aún tienen grandes sueños de jugar algún dí­a en el escenario internacional, pero eso depende de que el ICC colabora con ellas.

Sin embargo, una cosa es segura: en un momento en el que las mujeres de Afganistán sienten que no tienen voz, este equipo no será silenciado.

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