Un macabro hallazgo conmocionó al barrio Canciller de Maipú. En el interior de una vivienda, la policía encontró un cadáver atado y envuelto en decenas de bolsas, meticulosamente aseguradas con alambres, precintos plásticos y sogas. El cuerpo, que presentaba signos de estrangulamiento y golpes en el rostro, fue descubierto dentro de una pileta de lona tirada en el suelo.

Los forenses trabajaron arduamente durante horas para desenvolver el cuerpo y acceder a la víctima, cuya identidad aún se desconoce debido a la imposibilidad de identificar sus huellas dactilares mediante el sistema biométrico.

En el marco de la investigación, el tatuador Federico Lorca y un amigo suyo quedaron a disposición de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos, quien está a cargo del caso.

La propiedad donde se produjo el hallazgo tiene un historial policial marcado por la tragedia y conflictos familiares. El primer incidente se remonta a noviembre de 2013, cuando Lorca, su novia y su abuela, Elsa Serrano (87), fueron víctimas de un violento asalto. Dos delincuentes ingresaron a la vivienda, los redujeron y golpearon. Durante el robo, se llevaron algunas joyas y dejaron a las víctimas maniatadas. Elsa Serrano falleció a causa de los golpes recibidos. El crimen nunca fue resuelto.

El segundo episodio tuvo lugar en enero de este año, cuando Lorca encontró a su hermano, en situación de calle, durmiendo en la propiedad. Existía una disputa entre ambos por el derecho a habitar la vivienda familiar. Lorca llamó al 911 y su hermano fue detenido por violación de domicilio. Si bien recuperó la libertad a los pocos días, el martes 27 de mayo realizó una suspensión de juicio a prueba, dejando el expediente en suspenso. En esa audiencia, el hermano menor de Lorca afirmó que continuaría disputando legalmente su derecho a vivir en la casa donde, finalmente, se produjo el macabro crimen.

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