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Pepe Mujica: Del fusil a la chacra, la trayectoria del rebelde que hizo de la austeridad su polí­tica presidencial

Exguerrillero, preso polí­tico durante 14 años y presidente austero, Mujica construyó un legado que marcó a Uruguay y proyectó su figura como sí­mbolo mundial de coherencia y sobriedad en el poder.

Martes, 13 de Mayo de 2025
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Exguerrillero, preso polí­tico durante 14 años y presidente austero, Mujica construyó un legado que marcó a Uruguay y proyectó su figura como sí­mbolo mundial de coherencia y sobriedad en el poder.

El exmandatario uruguayo, cuya muerte fue anunciada este lunes a los 89 años, pasó de la lucha armada en los años 60 a convertirse en sí­mbolo global de humildad en el poder.

Su nombre trascendió la polí­tica y su figura inspiró libros, documentales y discursos que circularon por todo el mundo. Se definí­a a sí­ mismo como "??un viejo con ideas"?, pero fue mucho más: un polí­tico que, sin ostentaciones, logró convertirse en una voz escuchada a nivel mundial.

Del fusil a la democracia

Nacido en una familia humilde del barrio Paso de la Arena, Mujica abrazó en su juventud la causa revolucionaria.

Cofundador del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, fue detenido en varias ocasiones y sobrevivió a seis balazos en 1970. En 1971 protagonizó una de las fugas carcelarias más espectaculares de América Latina, cuando 110 presos escaparon del Penal de Punta Carretas a través de un túnel.

Fue recapturado en 1972 y permaneció preso hasta 1985, bajo la dictadura uruguaya. Durante esos 14 años sufrió torturas, aislamiento extremo y deterioro fí­sico. Fue considerado un "??rehén"? por el régimen militar, dispuesto a ejecutarlo si los tupamaros volví­an a actuar.

Al recuperar la democracia, Mujica dejó las armas y se integró plenamente al sistema polí­tico. Fue electo diputado, senador y ministro de Ganaderí­a.

En 2010 asumió la presidencia del paí­s, tras ganar con el 53% de los votos y con mayorí­a parlamentaria para el Frente Amplio.

El presidente que viví­a en una chacra

Durante su gobierno, Mujica impulsó reformas estructurales en educación, energí­a y derechos civiles.

Legalizó el aborto, el matrimonio igualitario y la marihuana, posicionando a Uruguay como pionero regional en libertades individuales. Fue propuesto al Nobel de la Paz y declarado "??lí­der del año"? por The Economist en 2013.

Pero fue su estilo de vida el que más llamó la atención fuera de Uruguay.

Donaba casi todo su sueldo, viví­a en una chacra modesta con su esposa Lucí­a Topolansky, no usaba corbata y conducí­a un viejo Volkswagen escarabajo. "??Yo tengo una forma de vida que no cambio por ser presidente"?, decí­a. Leí­a en papel, usaba un celular básico y regalaba los libros que terminaba.

En su chacra conviví­a con perros, gatos, gallinas y cultivaba legumbres y flores.

Allí­ recibió desde el rey de España hasta expresidentes, y allí­ pidió que descansaran sus restos, junto a su querida perra de tres patas, Manuela.

Un legado polí­tico y humano

Más allá de su mandato (2010"??2015), Mujica se mantuvo como figura influyente. Participó activamente en campañas polí­ticas, defendió causas sociales y ambientales, y fue consejero ético para sectores polí­ticos diversos. A pesar del desgaste de su salud, siguió recibiendo visitas y opinando desde su rincón en Rincón del Cerro.

En sus discursos, siempre cargados de contenido filosófico y sentido común, defendí­a la vida sencilla y el valor del tiempo. "??Pobres no son los que tienen poco, sino los que quieren mucho"?, afirmaba. Y en 2023, ya consciente del avance del cáncer, dijo: "??Cuando llegue esa señora que nos lleva, si estoy consciente, le podrí­a decir: por favor, sirva otra vuelta"?.

José Mujica transformó su vida "??intensa, contradictoria y radical"?? en un mensaje: que se puede ejercer el poder con humildad, sin dejar de lado los principios. Su legado es el de un hombre que desafió al sistema, luego lo abrazó y, con su ejemplo, lo humanizó.