Los rectos abdominales son los músculos que forman las dos hileras verticales centrales del abdomen y están unidos entre sí mediante la línea alba, que está formada por una red de tejido conectivo, y van desde la cara anterior de las costillas a la parte superior del pubis, pasando por el ombligo.
Entre sus funciones están ayudarnos a mantenernos erguidos, a flexionar el tronco hacia adelante, a mantener las vísceras en su lugar y también participan en la respiración. La diástasis abdominal es la separación de estos músculos rectos como consecuencia de una distensión o rotura de la fascia (tejido conectivo) que los envuelve y une. Debido a ello, el abdomen pierde su rigidez.
Normalmente, una separación de dos centímetros y medio ya se considera diástasis abdominal. Puede ser funcional (cuando hay una separación de los rectos abdominales por sobreestiramiento de la membrana conectiva que los une, no hay rotura sino un adelgazamiento del tejido) o anatómica (cuando la separación es mucho más grande, con rotura de la membrana que puede producir hernias de las vísceras e intestinos).
Por qué aparece
Habitualmente se produce durante el embarazo o durante el momento del expulsivo en el parto También puede aparecer tras cirugías de la pared abdominal, por traumatismos en esta zona o en situaciones de obesidad por sobredistensión de estos músculos.
En el caso de las gestantes, aumenta el riesgo en los embarazos múltiples, con bebés de mucho peso, si tiene poco tono muscular o si en el parto tiene una etapa prolongada de pujo.
También es una situación de riesgo realizar un trabajo o ejercicio de esfuerzo repetido o incorrecto que repercuta sobre la zona abdominal.. Por otro lado, el estreñimiento y la tos pueden afectar.
Cómo se detecta
La valoración manual mediante una palpación por parte de un fisioterapeuta es suficiente para confirmar su existencia. Se aprecia una deformidad de la parte central anterior del abdomen que en situación de reposo puede apreciarse distendido hacia delante.
En ocasiones también pueden aparecer roturas puntuales en alguna zona del abdomen central por las que, con los aumentos de presión abdominal, aparecen algunas estructuras intestinales en forma de hernias. El diagnóstico puede completarse realizando una ecografía funcional de la pared abdominal.
Además de la cuestión estética, suele asociarse a problemas de dolor lumbar y como factor de riesgo para disfunciones de suelo pélvico, tales como la incontinencia urinaria o el prolapso. Puede suponer la complicación de las hernias abdominales y se puede llegar a precisar la intervención quirúrgica en los casos más graves.
Cómo puede recuperarse
Todo va a depender de la gravedad, y las opciones son el tratamiento de fisioterapia solo o fisioterapia más cirugía. En caso de que se haya producido por el embarazo o parto, la recuperación puede empezar tras la revisión médica del puerperio y en algunos casos antes si hay un control médico que lo permita.
Para una mayor eficacia y rapidez en la recuperación, es importante empezar el tratamiento cuanto antes, sin embargo, aunque haya pasado más de un año del parto, sigue siendo posible recuperarse.
Tratamiento
Dependiendo de cada caso, se pauta un tipo de recuperación específica porque no hay un tipo de ejercicios concretos y recomendables para todas las mujeres. Es necesario hacer una evaluación funcional y ecográfica de la pared abdominal y de las estructuras viscerales y musculares de la pelvis menor. A partir de ahí un fisioterapeuta debe indicar la intensidad y el tipo de recuperación funcional en cada caso.
Los ejercicios que mejor funcionan son aquellos que engloban toda la pared abdominal, incluidos los rectos abdominales, si esta responde de forma fisiológica y si lo ejercicios no dañan la estática pelviana visceral. Cuando la respuesta no es fisiológica, es necesario empezar por ejercicios de control motor de la pared abdominal lateral y, cuando esto está conseguido, incluir los rectos abdominales.
Las sesiones inicialmente deben ser individualizadas bajo control ecográfico. Posteriormente, una vez que los ejercicios están reeducados y comprobados en su eficacia e inocuidad, deben ser practicados habitualmente, al menos, durante ocho semanas. Como última opción, cuando el tratamiento de fisioterapia no es efectivo en la recuperación de la diástasis, puede ser necesaria la cirugía.
Hay que tener cuidado con el tipo de ejercicio que realizamos, pues algunos son contraproducentes y pueden agravar la lesión. Debés evitar los abdominales clásicos ya que hay que evitar la hiperpresión en esta zona así que mejor no hacer abdominales u oblicuos que exijan fuerza directa en el abdomen. Las pesas o el crosfit, por ejemplo, aquella actividad que ejerce fuerza en el core, la parte central del cuerpo, es mejor evitarlo al principio del tratamiento.
En algunas ocasiones es recomendable usar una faja para ayudar en la recuperación, pero no en todos los casos. Esta puede ayudar a disminuir la distancia entre los rectos abdominales en un primer periodo de la recuperación. El tipo y cuándo debe ser usada debe ser analizado e indicado en cada caso por el especialista.
Es importante tener una serie de cuidados en los hábitos diarios, como no realizar esfuerzos como pasar de la postura de tumbado a sentado flexionando el tronco hacia delante, sino que se recomienda ponerse de lado y luego sentarse. Tampoco hacer esfuerzos que conlleven pesos importantes o ejercicios que supongan un trabajo importante de los rectos abdominales, levantar pesos por ejemplo, sin haber hecho antes una valoración mediante ecografía funcional