El importante contenido en vitaminas y minerales que contiene esta hortaliza la convierte en un alimento que no puede faltar en la dieta de quien busca una vida más saludable
Aunque no se sabe con exactitud su origen, la mayoría de las teorías apuntan a que el melón proviene de África, aunque hay quienes aseguran que es originaria de Asia, particularmente de la India.
El melón contiene una altísima cantidad de agua, así como una cantidad de azúcar inferior a la de otras frutas, lo que contrasta con su sabor dulce lo que, sumado a su contenido en hidratos de carbono de fácil asimilación, lo dan propiedades estimulantes del apetito y saciantes.
Esa hortaliza destaca por su importante contenido en vitamina C y provitamina A, principalmente el betacaroteno, que le dan propiedades antioxidantes por lo que ejercer un papel importante en el fortalecimiento del sistema inmunológico, así como en la prevención frente a diversas enfermedades como el cáncer, enfermedades cardiovasculares, cataratas y degeneración macular senil.
Mientras que la presencia de sodio hace del melón un regulador del balance de agua en el organismo y normaliza el ritmo cardíaco. También contiene cantidades apreciables de fósforo, hierro y magnesio, por lo que es un producto natural remineralizarte.
El alto grado de agua que tiene el melón estimula a los riñones para que funcionen con mayor eficiencia, facilitando la eliminación de sustancias de desecho y toxinas, así como mejorando la función renal.
El consumo de melón puede revertir los estados de deshidratación que son acompañados de pérdidas de minerales, talos como lo son las diarreas, la sudoración abundante y las crisis febriles.
Cabe mencionar que si se está usando esta y cualquier otra planta como auxiliar ante un padecimiento, lo mejor es hacérselo saber al médico.
Con información del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México