Es un ícono indiscutible del diseño automotriz y merece una reseña a la altura. Valuado en 70.000 dólares
El Corvette Sting Ray de 1963 marcó un antes y un después en la historia de Chevrolet. Esta segunda generación, designada como C2, representó un gran avance respecto a su predecesor, tanto en diseño como en rendimiento.
Futurismo encarnado: Sus líneas aerodinámicas y agresivas, fruto del uso del túnel de viento, lo posicionaban como un vehículo adelantado a su tiempo.
Luneta trasera partida: Una característica distintiva del modelo de 1963, aunque polémica, que le confería un aspecto único y deportivo.
Faros escamoteables: Un elemento de diseño que se convertiría en un sello distintivo de los Corvette durante varias generaciones.
Interior: Cómodo y funcional, con una instrumentación clara y un volante deportivo que invitaban a la conducción.
Motor V8: Bajo el capó, un potente motor V8 de 5.4 litros ofrecía un rendimiento sobresaliente para la época.
Chasis: La nueva plataforma permitió un centro de gravedad más bajo y una suspensión trasera independiente, mejorando significativamente el manejo y la estabilidad.
Z06: Para los amantes de la competición, se ofrecía la versión Z06, una máquina de carreras homologada para la calle, con un equipamiento especial que la hacía aún más rápida y ágil.
Ícono de los 60s: El Sting Ray de 1963 se convirtió rápidamente en un símbolo de la cultura pop de los años 60, apareciendo en películas, series de televisión y revistas.
Coleccionismo: Hoy en día, es uno de los Corvette más buscados por los coleccionistas, y su valor en el mercado de autos clásicos sigue en aumento.