Empecemos con el gobierno. Es evidente que se ha dado un traspié importante en la negociación por el presupuesto universitario, lo que refleja una falta de habilidad para gestionar eficazmente las relaciones políticas. Ya viene con 4 meses de gestión y ni una sola ley aprobada en el congreso. Esto es una señal preocupante de la incapacidad del gobierno para alcanzar consensos fundamentales.

Por otro lado, es crucial reconocer que el gobierno de Javier Milei está librando diversas batallas, pero su inexperiencia política se ha hecho patente en estos primeros compases. La falta de resultados concretos y la ausencia de una estrategia cohesiva plantean interrogantes sobre su capacidad de gestión y justamente es lo que los inversores le piden.

Ahora, pasemos a la oposición. Resulta francamente decepcionante ver cómo algunos sectores han aprovechado la reciente marcha de protesta con fines claramente oportunistas. La aparición de los muertos vivos como Cristina Fernández, Sergio Massa y otros han intentado capitalizar la situación para resurgir después de una derrota electoral, mostrando una falta de ética política preocupante.

Es aún más alarmante cómo la oposición ha intentado manipular el genuino reclamo de la marcha estudiantil universitaria en su beneficio. La presencia de representantes como Taty Almeida de las Madres de Plaza de Mayo, diciendo "La lucha no termina hoy, hay que continuar" y remarcó: "Perdimos una elección, pero no nos han vencido". Qué?. ¡Se confundió de día y de gobierno señora! Esta una clara muestra de sus intenciones desestabilizadoras y destituyentes.

Además, la participación de Pérez Esquivel en la marcha universitaria, sin una justificación clara y con declaraciones que desvían la atención del verdadero propósito del evento, solo añade más incertidumbre sobre las verdaderas intenciones de la izquierda, el kirchnerismo y sus aliados de siempre.

En conclusión, tanto el gobierno como la oposición deben enfrentar sus propias fallas y trabajar en mejorar su desempeño político. El Pueblo les pide que se saquen las caretas, que abandonen la orquesta o el escenario y se dejen de tocar la misma canción o hacer el mismo pobre papel de siempre.