La política argentina mostró su encierro: primó la supervivencia, los liderazgos y el reparto de lugares por sobre propuestas.
El cierre de listas dejó al desnudo la fragilidad y el cortoplacismo de la política argentina. Más allá de la adrenalina que suele acompañar a estas horas de definiciones, el resultado final no generó sorpresas ni entusiasmos: primó la lógica de la supervivencia, los liderazgos B y el reparto de lugares como única moneda de negociación.
El oficialismo, con Karina Milei como arquitecta excluyente de La Libertad Avanza, ratificó que el poder está concentrado en muy pocas manos y que las decisiones se toman desde un núcleo cerrado, sin concesiones a sectores externos y tampoco a la militancia.
El peronismo, por su parte, optó por la unidad como modo de subsistencia, resignando debates y figuras propias con tal de evitar fracturas que lo dejaran sin chances frente al avance libertario.
En ese escenario, el PRO quedó absorbido por los violetas que solo le concedieron algunos lugares y la palabra "frente" en PBA. El partido amarillo sufrió una relegación inédita en dos décadas, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, donde no presentaron lista propia por primera vez.
A los ojos de la ciudadanía, los cierres no trajeron aire fresco (salvo mínimas excepciones) ni propuestas innovadoras, sino una política replegada sobre sí misma, enfrascada en sus disputas y ajena a las urgencias sociales.
Entre ganadores parciales, perdedores evidentes y estrategias de supervivencia, el armado electoral mostró un panorama de poder fragmentado. Acá, 10 claves para entenderlo:
1. El liderazgo de Karina Milei en LLA
Karina Milei se consolidó como una figura central de La Libertad Avanza. Controló cada distrito con los Menem, definió candidaturas y marginó voces disidentes. Es la "gran ganadora" del cierre, con un poder que trasciende lo formal y con el objetivo claro de consolidar el espacio violeta de poder.
2. El peronismo y su unidad como mecanismo de supervivencia
La cohesión del peronismo fue una necesidad estratégica lograda en concordia para no ser arrastrados en un momento de debilidad.
3. La relegación de Mauricio Macri y el PRO
El PRO quedó fuera de la competencia real en CABA. Sin listas propias por primera vez en 20 años, el partido fundado por Macri atraviesa una crisis existencial que lo relega a un rol secundario y acompañamiento como fue la UCR en JxC.
4. Los ganadores internos del peronismo: Massa y Grabois
Ambos dirigentes consiguieron lugares estratégicos en las listas. Massa aseguró posiciones clave en provincia de Buenos Aires, mientras que Grabois obtuvo presencia en CABA y bonaerense, mostrando su capacidad de presión.
5. La marginalización de "Las Fuerzas del Cielo"
El control de Karina Milei implicó desplazar a Santiago Caputo y al núcleo digital (Fuerzas del Cielo), priorizando a dirigentes con anclaje territorial y proyección política.
6. Axel Kicillof, con claroscuros
No logró imponer candidatos propios en las listas nacionales, pero apostó a desdoblar y blindar la elección bonaerense. Esa jugada podría darle un resultado favorable, aunque el balance hoy no es tan claro.
7. Los outsiders
El armado libertario buscó llamar la atención con atractivos mediáticos (como Virginia Gallardo o Karen Reichardt). Su estrategia de "renovación" parece más un aprovechamiento circunstancial en tiempos en los que hubo dirigentes tradicionales en las listas libertarias.
8. Cada día menos centro político
El cierre mostró que no hubo espacio para una tercera vía consistente. El radicalismo quedó diluido en alianzas, sin capacidad de marcar agenda. La política se reconfigura entre Milei y el peronismo.
9. Sabor a poco
Las listas no sorprendieron ni entusiasmaron. Las figuras se preservaron para otra batalla. LLA avanzó para consolidar más poder, el peronismo se abroqueló en la unidad y el PRO quedó reducido a la mínima expresión. En vez de renovación o audacia, el cierre transmitió una sensación de encierro, con un electorado que reclama aire fresco y se encuentra con más de lo mismo.
El cierre de listas de este año no dejó épica ni sorpresas, sino la confirmación de un sistema político cada vez más encerrado en sí mismo y parecido a otros años con dos frentes que atraen las voluntades, relegando las opciones intermedias y racionales.
Se viene una batalla de colores y espacios por sobre candidatos y propuestas. El dilema parece que será: ¿De qué lado estás? ¿Con ellos o con nosotros?