Analistas La columna de Antonio Ginart

Bocones que hacen mal al cambio

Viernes, 6 de Junio de 2025

Groucho Marx decía: "Es mejor permanecer callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente". Y hay momentos en los que esa frase aplica perfecto. Más cuando algunos funcionarios del oficialismo abren la boca y terminan haciendo más daño que ayuda.


Ahí tenés a Lilia Lemoine, diputada de La Libertad Avanza, que dijo -con una soltura preocupante- que "si elegiste estudiar medicina, no te quejes de trabajar gratis". ¿Cómo? ¿Así les hablamos a los médicos? ¿A los que se bancan años de estudio, guardias eternas, sueldos miserables y aun así sostienen hospitales con infraestructura que se cae a pedazos? No es un comentario desubicado: es un mensaje peligroso, que desprecia el esfuerzo y desalienta a quienes eligen servir a los demás.

Y como si hiciera falta otro desliz, aparece Juliana Santillán, también diputada libertaria, asegurando que una familia puede vivir con una canasta básica de 360 mil pesos. Eso no es una opinión: es una burla. No hay forma de cubrir alimentos, alquiler, transporte, escuela y remedios con esa cifra, salvo que vivas en una maqueta o te alimentes a base de aire.

La gente no votó este tipo de declaraciones, votó un cambio real. Se hartó de la mentira, de la manipulación, del doble discurso. Pero tampoco quiere caer en el ridículo. Lo que hace falta es gestión seria, empatía y respeto por los que laburan de verdad. No influencers con micrófono legislativo ni frases sueltas que generan rechazo hasta en los propios.

Y ojo: el que señala estas cosas no está en contra del gobierno. Al contrario, el que hace una crítica constructiva está aportando, está marcando lo que se puede corregir para no perder el rumbo. Las Lemoine y las Santillán de la vida no están defendiendo el cambio, lo están saboteando desde adentro.

Así que menos soberbia y más escucha. Porque si el gobierno quiere durar y transformar de verdad, necesita sumar, no espantar. Y entender de una vez por todas que no todo vale en nombre del "cambio cultural".