¿Cómo se explica la participación de un no futbolista en Riestra - Vélez? Las sombras de las apuestas y la degradación sin fin de nuestro fútbol.
El episodio tienta a la descalificación fácil: papelón, vergüenza, ridículo.
Todo eso y más puede decirse, y se dijo, de la aparición de Iván Buhajeruk durante 78 segundos como futbolista de Deportivo Riestra frente a Vélez este lunes.
Fue otro capítulo de la tragedia en la que se ha convertido la competencia local en el fútbol argentino. Pero un capítulo que ofrece particularidades en las que vale detenerse.
Veamos.
La inclusión del streamer tuvo, según se dijo, el objetivo marketinero de acercar público joven al club (con la audacia de citar una definición del presidente del Real Madrid, como si Riestra y el Real fueran comparables).
El argumento se presenta poco convincente, pero habilita otras preguntas. ¿Es posible pensar que un club que casi no tiene hinchas ni socios los consiga de esa manera? Difícil. Entonces, si el marketing es apenas una excusa a mano, como da toda la impresión de ser, ¿cuál era la búsqueda real? ¿acaso la ganancia tenía que ver con la plata de las apuestas, como circuló entre los dichos de periodistas y el público?
La secuencia de interrogantes no se detiene. Si se puede apostar y ganar plata acertando los resultados, la cantidad de goles y hasta qué equipo pateará el primer córner, todas instancias del juego mucho más disimulables, ¿por qué hacerlo con algo tan evidente que generó las inmediatas y viralizadas sospechas y la actuación de oficio de la Fiscalía especializada en los juegos de azar? ¿A quién se le podría ocurrir una maniobra ilegal que involucre apuestas con todos los focos mediáticos iluminando el hecho?
Algo es seguro. Víctor Stinfale, abogado y "dueño de Riestra", puede ser acusado de muchas cosas, menos de ingenuo o distraído. ¿Acaso no previó el escándalo? ¿No pensó que el Ogro Fabbiani, entrenador de su equipo pero con un pasado farandulero y de futbolista indisciplinado, no sería el mejor vocero para justificar la decisión? ¿Qué su sola presencia daría más vitalidad a las dudas?
¿Nadie pensó, tampoco, que el propio capitán de Riestra, Milton Céliz, intentaría despegarse y despegar a sus compañeros hablando públicamente de Stinfale como "dueño" del club("No nos hacemos cargo, esto es de ellos, de los dueños del club"), admitiendo como nunca antes la condición de Sociedad anónima en las sombras de Riestra? Justo cuando se discute cada semana sobre el tema de las Sociedades Anónimas Deportivas y la AFA, con Tapia a la cabeza, se enfrenta con el Gobierno e incluso en la Justicia por el tema. Si alguien no sabía que Riestra es una sociedad anónima de hecho, ahora lo sabe.
¿Puede aceptarse tanta torpeza de gente que "fuma abajo del agua"?
También resulta difícil entender el rol de la AFA en el episodio. Casi cada fin de semana el fútbol argentino incluye arbitrajes escandalosos vinculados a clubes favorecidos, denuncias de parcialidad y desconfianza creciente. Hace apenas unos meses ese "clima" derivó en la agresión del árbitro Merlos a Andrés Fassi, presidente de Talleres. ¿Por qué Chiqui Tapia avalaría un episodio que acrecentó y consolidó las sospechas sobre su gestión? ¿Qué beneficio significó para él? Arrinconado por la reacción de la opinión pública debió decir que ordenó una investigación del Tribunal de Ética, distracción más destinada a ganar tiempo que a la búsqueda de castigos concretos.
Al final, ninguna alternativa es buena. La posibilidad de la corrupción y un negociado oscuro sobrevuela el hecho. Pero si en realidad fue sólo una "avivada" que salió mal y manchó a propios y extraños, la conclusión suma gravedad. Porque se sabía que quienes encabezan la AFA no se distinguen por su altura moral y ética, pero a esa condición le agregan ahora una torpeza mayúscula.
Y el saber popular indica que sólo hay una cosa peor que tener al mando a un deshonesto. El lector conoce la respuesta.