Los gremios aeronáuticos parecen olvidar que su trabajo es brindar un servicio, no secuestrar a sus usuarios.
Lo que vimos en Aeroparque y Ezeiza es una falta de respeto total hacia los pasajeros. Sindicalistas haciendo asambleas, parando vuelos, y la gente atrapada en aviones sin información. Personas a los gritos, desesperadas por bajar. Así no se construye un sistema de transporte justo ni eficiente.
Los gremios aeronáuticos parecen olvidar que su trabajo es brindar un servicio, no secuestrar a sus usuarios. Sí, pueden tener sus reclamos, pero esta práctica de tomar de rehenes a los pasajeros, ¿a quién beneficia? Esta vez, en vez de apelar al diálogo, optaron por el caos y dejaron en evidencia el poder desmedido que tienen. Y es acá donde surge la pregunta: ¿es sostenible mantener un sistema de aerolíneas estatales donde los usuarios son los últimos en la lista de prioridades?
A cada conflicto, la imagen de Aerolíneas Argentinas se desgasta más, y nos obliga a considerar si vale la pena seguir financiando una empresa que da más problemas que soluciones. Claro, van a decir que se trata de defender los derechos de los trabajadores. Pero, ¿qué pasa con los derechos de la gente común, que paga impuestos y tarifas para sostener una empresa deficitaria? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar este abuso?
Este es un llamado a repensar si queremos seguir atados a los caprichos de unos pocos o empezar a explorar opciones que garanticen un servicio real, sin chantajes ni abusos. Sin privilegios extravagantes. ¿Cuántas veces más vamos a tolerar que quienes deberían estar para servirnos sean quienes más nos complican la vida?
Esta situación es insostenible; los pasajeros no pueden seguir siendo moneda de cambio en estos juegos de poder. La Argentina de los privilegios para unos pocos se termina, será por eso que están tan desesperados.