Dicen que la UBA maneja un presupuesto multimillonario, pero la pregunta es, ¿cómo sabemos que lo están usando de la mejor manera?
Que el Congreso ordene a la Auditoría General de la Nación (AGN) revisar las cuentas de la UBA y algunas otras universidades no debería ser una sorpresa ni un tema polémico. Estamos hablando de fondos públicos, es decir, dinero que viene de los impuestos que pagamos todos, y que debería estar bien administrado y en regla. Sin embargo, parece que algunos en el ámbito universitario, sobre todo en la UBA, lo toman como si fuera una invasión a su territorio sagrado. Y eso, francamente, da mucho para pensar.
Pensemos en lo que implica este tipo de resistencia a ser auditados. Hay voces que advierten sobre la "autonomía" universitaria, como si esa autonomía significara tener un cheque en blanco. Pero no, la autonomía es para los temas académicos, para que tengan libertad de cátedra, no para administrar fondos sin rendir cuentas. ¿No les parece raro que justo en una universidad tan grande como la UBA haya tanto recelo hacia una auditoría? Dicen que la UBA maneja un presupuesto multimillonario, pero la pregunta es, ¿cómo sabemos que lo están usando de la mejor manera?
Los legisladores que impulsaron la auditoría no están pidiendo nada fuera de lo común. De hecho, el Congreso es quien debe supervisar y asegurar la transparencia en el manejo de los fondos públicos. Hay quienes argumentan que la auditoría podría ser una forma de "perseguir" o "intervenir" en la universidad, pero esas son excusas que poco tienen que ver con la transparencia.
Además, si nos detenemos a mirar el contexto, vemos que en muchas universidades -no solo en la UBA- se denuncian desmanejos y favoritismos, cuestiones que una auditoría podría sacar a la luz. Esto no debería incomodar a nadie que esté haciendo bien su trabajo, ¿no? Más bien, debería ser una oportunidad para demostrar que la UBA y las demás universidades públicas administran con responsabilidad el dinero de los argentinos.
Es bastante curioso también cómo algunas autoridades universitarias defienden la autonomía con tanto fervor cuando se trata de evitar controles, pero después, cuando les falta presupuesto, van corriendo al Estado a pedir más fondos. No puede ser que para pedir plata estén tan disponibles y, cuando se les quiere hacer un seguimiento de cómo la gastan, se escondan detrás del principio de "autonomía".
Lo cierto es que, en estos tiempos, todos los organismos del Estado están en la mira por temas de transparencia, y las universidades no deberían ser la excepción. Porque si no, lo que dejan ver es que temen que se descubra algo, o que algunos que llevan años manejando la institución a su antojo queden expuestos.
Si la UBA y otras universidades no tienen nada que esconder, no deberían temer a la auditoría. De lo contrario, lo que están diciendo -sin palabras, pero con acciones- es que, tal vez, el manejo de los fondos públicos en algunas universidades argentinas no sea tan limpio como debería ser. Y eso, sinceramente, debería preocuparnos a todos.