Analistas Por Héctor Gambini

¿Evo es Cristina? Bolivia vota con un ojo en la Argentina

El gran enigma de la elección es si el país deja atrás 20 años de Evo Morales.

Jueves, 7 de Agosto de 2025

El principal candidato de la derecha para las elecciones en Bolivia del 17 de agosto, Samuel Doria Medina, terminó la secundaria en un colegio de Luján, a pasos de la Basílica.

El candidato oficialista de la izquierda, Eduardo Del Castillo, vivió en Buenos Aires y obtuvo un posgrado en la UBA.

Pero la campaña electoral en Bolivia avanza y toma temperatura por algo más que por los vínculos argentinos de varios de sus candidatos, en un comicio que puede ser histórico para el país que esta semana está cumpliendo 200 años y que tiene precisamente en la Argentina a su mayor colectividad en el extranjero.

La Argentina está en parte de la publicidad oficial -"Por primera vez, estamos exportando electricidad a la Argentina", dice en los avisos oficiales el gobierno de Luis Arce-, en los tics de campaña de los principales candidatos y, por proyección, en el gran enigma de la elección:¿Qué va a pasar con Evo Morales?

Por proyección, porque los analistas vislumbran que Bolivia puede dejar atrás a Evo después de 20 años, "como Argentina dejó atrás al kirchnerismo". ¿Será así?

Doria Medina va primero en las encuestas y tiene el eslogan más fuerte de la campaña: "¡Cien días, carajo!".

El candidato jura que no está copiando a Milei, sino que sacó el "carajo" de una frase suya de hace 20 años, cuando casi se mata con una avioneta.

Su utilización en la campaña después del triunfo de su vecino de la derecha liberal en Buenos Aires no parece, de todos modos, pura coincidencia.

El candidato que lo sigue, también de la derecha, es Jorge "Tuto" Quiroga, quien se pasea en los actos de campaña repitiendo: "Sí podemos".

Cualquier coincidencia con el "Sí se puede" que Jaime Durán Barba incrustó como un mandamiento en aquella campaña de Mauricio Macri tampoco es pura coincidencia. El asesor estrella ecuatoriano trabaja ahora con Quiroga.

En la vereda de enfrente, la izquierda también va dividida en opciones como la del oficialista Del Castillo y el ¿ex? delfín de Morales, un joven con nombre de realismo mágico: Andrónico Rodríguez.

Del Castillo acaba de decir que los candidatos de la derecha "quieren usar las fórmulas de Milei, pero no dicen que la inflación interanual en la Argentina es 20 puntos mayor a la de Bolivia".

Andrónico es el presidente del Senado y va por afuera del MAS, el partido que Morales manejó con mano de hierro por 20 años.

Busca entrar al balotaje con perfil propio: "Hasta al mejor cazador se le escapa la liebre", dice de Evo (no para defenderlo), y culpa por la crisis al gobierno de Arce, a su vez peleado con Evo y con Del Castillo.

Si la derecha va a estas elecciones fragmentada, la izquierda boliviana es un archipiélago impredecible.

El joven Andrónico (36) buscará ese voto esquirla con estudiada moderación: en los afiches no habla de imperialismo, oligarquía ni reforma agraria, sino de "la implementación de nuevas tecnologías".

Propone una revolución... digital.

En la previa, los cinco candidatos principales de derecha e izquierda suman entre todos el 60 por ciento de los votos.

El gran enigma es el 40 por ciento restante, compuesto por indecisos y un porcentaje importante que, se sospecha, prefiere no anticipar su decisión.

Fuera de carrera por razones constitucionales y penales -lo investigan por abuso-, Evo Morales incita al "voto nulo" para tratar luego de adjudicarse esa opción (como si todos los votos nulos fuesen voluntarios) y autosumarse los puntos de ausentismo por apatía.

Otro enigma es si él y su militancia -más chica, pero con poder de fuego en los sindicatos- acatarán un resultado favorable a la derecha en paz y tranquilidad, sin incitar a la violencia.

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Politica

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