Argentina La columna de Antonio Ginart

Una generación estafada

Jueves, 26 de Junio de 2025

¿Te acordás cuando para pasar de grado tenías que estudiar? Bueno, esa lógica desapareció. En los últimos años del kirchnerismo, se instaló la idea de que regalar computadoras, bicicletas y viajes de egresados era sinónimo de inclusión. Pero lo que no les dieron fue lo más importante: educación de verdad.

Hoy tenés pibes que terminan la secundaria sin poder hacer una cuenta de tres pasos. No saben dividir, no saben calcular un porcentaje, no entienden lo que leen. Y no estamos hablando de casos aislados. La empresa Techint, por ejemplo, lo vivió de cerca: en una prueba para aspirantes a un puesto técnico, el 70% no supo resolver una consigna básica. Les preguntaron cuántos motores se podían mantener con 10 litros de aceite, sabiendo que 2 litros alcanzaban para 4 motores. Más de la mitad no pudo responder. No entendieron el planteo.

Eso te muestra el drama: chicos que pasaron año tras año sin haber aprendido lo esencial. Porque repetir era "traumático", porque corregir era "violento", porque la exigencia se convirtió en mala palabra.

Se disfrazó el abandono con discursos de derechos. Pero no hay derecho más importante que el de aprender. Les dijeron que estaban siendo incluidos, pero en realidad los dejaron solos, sin herramientas. Sin las mínimas capacidades para enfrentar el mundo real.

Y eso hoy se nota. Empresas que no consiguen operarios con secundaria completa. Jóvenes que no entienden una consigna simple. Universidades que bajan la vara para que nadie se frustre. Un país que no puede competir si su gente no sabe leer bien ni pensar con lógica. Y no por falta de talento, sino porque se los educó con liviandad.

Todo por una pedagogía del "todo vale". Donde nadie puede ser corregido, donde todo se aplaude, donde los docentes tienen que hacer malabares para que ningún chico se sienta mal, aunque no haya aprendido nada.

¿Y entonces? Tenemos una generación estafada. Chicos que merecían que se les exija, que se los prepare, que se les enseñe que el esfuerzo vale. Pero les dijeron que con una notebook ya estaba. Que con un viaje ya eran parte. Y no. No alcanza con eso.

Hoy es urgente poner la educación en el centro. Exigir, motivar, formar. Recuperar la autoridad del aula. Porque la inclusión real no es regalar, es enseñar. Y si no lo entendemos ahora, vamos a seguir condenando a los que vienen a pelearla sin las armas más básicas: el saber y la comprensión.