En este viaje por el fascinante territorio del descanso, nos sumergimos en la eterna pregunta: ¿Cuál es la forma "correcta" de dormir? ¿Monofásico como la mayoría o polifásico como unos pocos intrépidos?
Hace unos cuantos mates atrás, levantarse en plena noche era más común que encontrarse a alguien que no le guste el asado. Sin luces eléctricas que marquen el ritmo, la gente, según Roger Ekirch, disfrutaba de dos siestitas interrumpidas por un break para meditar o charlar. ¿Será que antes se dormía mejor?
Pero, ¡alto ahí! No todos están de acuerdo. Algunos estudios dicen que hasta las tribus cazadoras-recolectoras eran más fans del "sueño del tirón". Ahora, con luces brillando y alarmas pitando, la mayoría va por el sueño monofásico. ¿Moda o adaptación?
El sueño polifásico, con sus dos o más actos, tiene sus defensores. Desde una perspectiva fisiológica, separar procesos de sueño podría ser como tener dos tandas de empanadas. Más tiempo para disfrutar, ¿no?
Algunos lo ven como el "biohacking" del descanso. Pero, ¡aguante! Los expertos aconsejan precaución. Comparan el "hackeo" del sueño con cortar una película antes del final. ¿En serio queremos hacer eso con nuestras horas de sueño?
Entre registros históricos y estudios en tribus actuales, la controversia está más picante que una salsa de chimichurri. Ekirch dice que el sueño polifásico está en nuestra naturaleza, mientras que otros tiran datos de cazadores-recolectores. ¿Estamos volviendo al pasado o simplemente cambiando el juego?
En resumen, el sueño es tan diverso como la variedad de alfajores en la Argentina. Cada uno lo disfruta a su manera. Quizás la clave sea seguir el consejo de Buysse y abrazar la adaptabilidad como característica principal. Así que, ¡a dormir bien, sea monofásico o polifásico, que los sueños no tienen fronteras!