Tras la detención de su fundador, Pavel Durov, la app de mensajería ha tomado medidas para controlar actividades ilegales. Un estudio de la venta de sustancias realizado por lso argentinos Matías Dewey y Andrés Buzzetti muestra que no será fácil
Una de las cosas que ha desaparecido en los últimos días era añadir el objeto de la compra: “Comprar drogas”. Desde la semana pasada, esa búsqueda ya no devuelve resultados. Pero solo “comprar” sigue ofreciendo varios canales o chats de drogas en Madrid o Barcelona. “Nosotros no vemos ninguna diferencia”, dice Matías Dewey, sociólogo y profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de St. Gallen (Suiza), coautor de un artículo académico sobre el mercado de la droga en Telegram. Dewey añade que otras búsquedas potencialmente delictivas siguen funcionando sin problema: “Acabo de entrar nuevamente y vuelvo a comprobar que no hay nada diferente. Incluso si busco por ‘Rolex’ aparecen grupos vendiendo relojes falsificados”.
Telegram ha preparado un canal para que sus usuarios denuncien búsquedas que den resultados que podrían ser delictivos: @SearchReport. El ejemplo que ponen en inglés es precisamente “comprar drogas”. Esa será una de las primeras búsquedas conflictivas que se desactiven.
Pero el mundo de las drogas en Telegram tiene una profundidad y complejidad mucho mayor, según Dewey. “La principal novedad que encontramos fue que todos los entrevistados hacían referencia a una mejora de la experiencia en el consumo o venta de drogas”, explica el autor en referencia a su artículo científico de 2024, donde entrevistaron a vendedores y compradores de droga en Argentina y que es el primero que estudia un mercado ilegal en esa app. “Se puede comprar de manera más segura y más rápida. El consumidor está menos expuesto a la violencia y no tiene que salir de su casa”, añade Dewey. Otra ventaja de Telegram para sus usuarios es que permite ocultar su número de teléfono en su cuenta, lo que impide a sus contactos usarlo si surge algún problema.
No hay un funcionamiento único para la venta de drogas en Telegram. Hay chats con miles de usuarios que reúnen a vendedores y compradores o hay canales que sirven de expositor y la negociación se hace luego en chats privados. La gran diferencia con el otro gran método digital para comprar drogas (negociar con el vendedor por WhatsApp) es que Telegram permitía búsquedas locales: así es factible llegar a una nueva ciudad y en seguida disponer de contactos. Esta función local es una de las que, según Durov, han cortado: “Hemos eliminado la función de gente cerca, que era utilizada por menos del 0,1% de los usuarios de Telegram, pero tenía problemas con bots y estafadores. En su lugar, lanzaremos negocios cerca, que mostrará negocios legítimos y verificados”. Cientos de personas lamentan en X el cierre de la función.
La eliminación definitiva de la estructura que se creó en Telegram para mercadear con droga no será tan fácil: “No solo se trata de la inmediatez y facilidad para la compra, sino la mayor variedad de sustancias como por ejemplo el tusi, la ketamina u otras que se salen de las tradicionales marihuana, cocaína y éxtasis, que son las de consumo masivo”, desarrolla Andrés Buzzetti, doctorando en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina).
El peligro también se reduce sustancialmente si no hay que ir a ningún barrio peligroso a comprar. Dewey y Buzzetti han documentado casos donde la compra es completamente digital, como con Glovo o Just Eat. Después del pago virtual, es un rider quien entrega la mercancía: “En algunos casos usaban apps de mensajería tradicionales sin saber el contenido o había otros que usaban una mochila de Rappi, una mensajería muy común en Argentina, para camuflar o justificar por qué uno va y viene”, dice Buzzetti.
Otro detalle sorprendente que se observaron los investigadores es que el temor principal de los usuarios de Telegram que compraban o vendían droga mediante la plataforma era una estafa, nunca las autoridades: “Son participantes que piensan que la ley nunca se va a aplicar, que nunca van a ser descubiertos”, resume Dewey. “La policía no fue nombrada casi nunca”, añade.
En su cambio, Durov también ha prometido colaborar con las autoridades cuando tengan pruebas claras de alguien es un criminal potencial y usa la plataforma. En sus entrevistas para otros trabajos, Dewey ya había detectado que las autoridades habían dejado Telegram como imposible cuando perseguían un crimen, algunos más graves que la venta de drogas: “La semana pasada entrevisté a un fiscal de Buenos Aires que se dedica al abuso de menores y pornografía infantil. En las causas que tienen, cuando aparece Telegram, las dejan de lado, ¿por qué? Saben que no van a poder recabar evidencias, que van a contactar con la empresa y les dirá que no o directamente ni les va a responder”, explica.
Telegram, en principio, debería abandonar esta actitud tras las promesas de Durov. “En caso de violar nuestras reglas, las direcciones IP y números de teléfono de los infractores pueden ser compartidos con las autoridades si recibimos solicitudes legales válidas”, escribió Durov en su canal el 23 de septiembre, aunque el 2 de octubre, ante las quejas de usuarios, quiso aclarar que “nada cambia mucho” en Telegram. “Para evitar confusiones, la semana pasada simplificamos y unificamos nuestra política de privacidad en diferentes países. Pero nuestros principios fundamentales no han cambiado. Siempre hemos intentado cumplir con las leyes locales, mientras no vayan en contra de nuestros valores de libertad y privacidad”, añadió. La única respuesta será ver si las autoridades notan cambios en las respuestas a sus peticiones policiales a Telegram.
El tipo de usuario de Telegram para estas ventas, según el estudio de Dewey y Buzzetti, suele ser un pequeño vendedor, con pocas expectativas de crecimiento. “No eran grandes narcos, sino pequeños vendedores que distaban mucho del prejuicio que uno puede tener: universitarios, mujeres jóvenes (una de las entrevistas la hicimos en un parque con los perritos de la entrevistada) o una estudiante que vendía una cantidad de éxtasis importante, pero que se lo daba una organización y ella no sabía bien quiénes eran”, detalla Buzzetti. Otro ejemplo de vendedor inesperado fue un panadero que se levantaba a las 5 de la mañana, trabajaba hasta las 2 o las 3 de la tarde, llegaba a su casa y se ponía a vender.
Gracias a todas estas condiciones de Telegram, han aparecido mujeres como vendedoras, que además han creado grupos adecuados a sus intereses. “Laura [nombre ficticio] se especializa en vender éxtasis a mujeres y asesora a las usuarias sobre cómo experimentar el efecto deseado”, dice el artículo. “El caso de Laura es interesante porque muestra los niveles de especialización y búsqueda de nichos de mercado”, explica Dewey. “Y también muestra el rol de las mujeres en mercados que suelen ser de hombres. El mismo medio y la percepción de seguridad que genera favorecen la búsqueda de nichos de mercado y, por parte de los consumidores, la exploración de sustancias nuevas”, añade.
La venta en chats de Telegram se estructura como un mercado abierto, donde el creador asegura cierta fiabilidad a cambio de controlar el tono y pequeñas ventajas económicas: “Más allá de la posibilidad de ganar dinero con la venta de droga, nosotros identificamos tres ganancias”, explica Dewey. “Primero, a cambio de cierto dinero, ellos fijan tu anuncio bien arriba. Segundo, arman certificaciones de trusted sellers [vendedores de confianza]. En estos grupos impera la desconfianza y los vendedores necesitan ser vistos como gente fiable. Entonces los organizadores, a cambio de dinero, crean una lista de trusted sellers que publican continuamente. Y tercero, los organizadores capturan mucha información que les permite hacer otros negocios. La venta a través de Telegram es un fenómeno urbano y muchas veces los organizadores se conocen entre sí en el mundo offline”.
Estos grupos pueden encontrarse en comunidades de Reddit u otras plataformas o, como en el caso de WhatsApp, que alguien lo comparta. Es importante añadir, dicen los investigadores, que Telegram es solo una plataforma más donde ocurren estos intercambios. Aunque tenga unas características concretas que dan mayor facilidad, hay intercambios o contactos también en otras redes.