La agenda cargada de compromisos y balances finales elevan la tensión en muchas personas, especialistas consultados por Infobae hablaron de las señales para reconocer el cansancio a tiempo y cómo diferenciar las expectativas ajenas del deseo personal
El cierre del año suele llegar acompañado de una carga emocional y una sobreexigencia que para muchos resulta agobiante.
Es que el último mes del año activa en algunas personas presiones internas y externas asociadas a balances personales, compromisos, duelos y el tan omnipresente mandato de ser felices en estos tiempos.
Las últimas semanas del año condensan desafíos simultáneos que suelen generar más tensión que celebración. El psicólogo especialista en adolescencia y familias Alejandro Schujman (MN 13486) analizó ante la consulta de Infobae que diciembre "lleva toda una carga emocional, que es totalmente opuesta a la energía que las personas tienen en esta época, justamente porque estamos al final de un ciclo". Sostuvo que la comparación con el maratonista resulta inevitable: la sociedad pide acelerar en el cierre cuando el cansancio físico y mental domina la escena.
El mandato de felicidad en las Fiestas incrementa el malestar en quienes atraviesan duelos o crisis (Freepik)
A eso se suma el peso de los balances anuales y la organización de las Fiestas, que suelen "movilizar muchísimo, todo lo que tiene que ver con duelos, gestión de emociones, de ausencias y separaciones".
Según Schujman, las reuniones familiares reeditan conflictos históricos y profundizan sentimientos de soledad para quienes no encajan con el modelo tradicional. "El mensaje o la mirada es que si vos en la fiesta estás solo o sola, es porque fracasaste. Y si no tenés una mesa grande, esto define de alguna manera los niveles de felicidad alcanzada", ejemplificó.
Para la psicóloga María Fernanda Giralt Font (MN 202025), jefa del Departamento de Psicoterapia de INECO, fin de año concentra el cierre de los ciclos laborales, académicos y familiares, con la sensación de que "lo que se acaba es el mundo y no el año".
Y consideró que las exigencias se incrementan y la capacidad de respuesta suele estar sobrepasada.

El malestar asociado a diciembre no pasa inadvertido en el cuerpo ni en la mente. Giralt Font detalló que las señales físicas más frecuentes incluyen "contracturas en cuello, espalda o mandíbula, cefaleas, cansancio que no cede, problemas para dormir o sueño entrecortado, malestares digestivos, sensación de estar acelerado o con palpitaciones".
En el aspecto emocional predominan "irritabilidad, malhumor, ansiedad elevada, tristeza, sensación de estar sobrepasado y disminución del interés o disfrute". En el plano cognitivo aparecen dificultades para concentrarse, olvidos y pensamientos repetitivos sobre obligaciones. Las conductas vinculadas al estrés pueden derivar en "evitar compromisos o, por el contrario, asumir más de los que se pueden manejar, comer, comprar o beber más de lo habitual, poca paciencia en la interacción con otros y desorden".
Schujman coincidió y aportó: "Siempre es el cuerpo el que habla las cosas que nosotros callamos, los trastornos de sueño y del ánimo son los dos que primero pegan el grito cuando no descansamos bien porque hay algo que no estamos pudiendo gestionar durante el día de manera saludable. El estrés siempre es sobrecarga de demandas con pocos recursos para gestionarlas". Su recomendación es estar atentos a cualquier conflicto físico que desborde la capacidad para resolver situaciones cotidianas.

La psicóloga Belén Tarallo (MN 72020) es miembro del equipo de Psicoterapia de INECO y consideró que durante diciembre "la presión por 'estar feliz' y cumplir con todas las reuniones actúa como un estresor más".
Y señaló que la expectativa externa de felicidad y rendimiento genera "una incongruencia emocional: mostrar entusiasmo cuando en realidad hay cansancio o poca energía". Este esfuerzo extra promueve sensación de saturación y síntomas como irritabilidad, fatiga, tensión y problemas de sueño.
Para ella, el mandato de cumplir con todo, aunque falten ganas, tiempo o recursos, incrementa la sobrecarga. "Forzarse a cumplir igual sin flexibilidad puede intensificar el estrés. En cambio, registrar las propias necesidades y poner límites razonables ayuda a reducir la activación de los circuitos del estrés y evita la saturación típica de fin de año", subrayó la especialista a Infobae.
En este punto, Giralt Font resaltó la tendencia a trasponer expectativas irreales sobre las Fiestas, puede devenir en mayor frustración, especialmente "si se atravesó una pérdida, si las relaciones familiares son complejas o si no es un momento fácil".

Frente a este panorama, los expertos consultados por Infobae trazaron una serie de recomendaciones para atravesar el fin de año con menos exigencia y mayor bienestar personal:

El autoconocimiento y la confianza en uno mismo resultan esenciales para sostener los límites saludablemente.
Schujman aseguró que "hacer terapia, el autoconocimiento y la autoconfianza son las herramientas para poner límites y no derrumbarse", en especial para quienes padecen conflictos o tienden a ceder a las expectativas ajenas. Y aclaró que la recomendación bien vale para diciembre como para el resto del año.
Establecer rutinas de calma, compartir con personas elegidas y buscar espacios de introspección fomenta, según Tarallo, una regulación más equilibrada frente a la sobrecarga típica del mes. Las actividades que brinden sensación de seguridad y relajación actúan como moduladores del estrés y ayudan a reducir la saturación cuando el mandato de felicidad convive con la fatiga acumulada.
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El organismo alertó que la cifra está subestimada y pidió a más países recibir pacientes y restablecer las evacuaciones sanitarias.