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Síndrome del Impostor: cómo celebrar tu valor profesional sin culpa y reconectarte con tu autenticidad

 El fenómeno afecta a cerca del 70% de las personas en algún momento de su carrera profesional.

Sabado, 9 de Agosto de 2025
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La autocrítica, la comparación y el miedo a fallar pueden opacar incluso los logros más significativos. El síndrome del Impostor no es falta de talento: es una oportunidad para reconectarte con tu valor y construir confianza real.

¿Alguna vez lograste algo importante y, en lugar de sentir orgullo, te invadió la duda? "No fue para tanto", "tuve suerte", "en cualquier momento se dan cuenta de que no sé tanto". Si alguna vez te hablaste así, no estás solx. Lo que sentís tiene un nombre: síndrome del Impostor.

Como counselor y consultora laboral, observo en los mentoreos y en el consultorio que este fenómeno está cada vez más presente en personas talentosas, formadas y comprometidas, que aun así dudan de su valor. Esto no es simplemente inseguridad: es esa sensación persistente de no ser suficiente, incluso cuando los hechos demuestran lo contrario.

Qué es y por qué aparece el síndrome del Impostor

El síndrome del Impostor fue descrito en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Afecta a personas con logros reales que sienten que no los merecen o que serán "descubiertas" como un fraude. No distingue edad, trayectoria ni nivel de estudios: puede afectar tanto a un profesional con múltiples títulos como a alguien que recién inicia un nuevo camino laboral.

En la era de las redes sociales, la comparación se convirtió en una trampa diaria: vemos logros editados y creemos que estamos atrasados, sin ver el esfuerzo, las dificultades y los procesos que hay detrás. También influye el haber crecido en entornos donde se valoraba más el resultado que el proceso y en culturas laborales donde el reconocimiento se limita al éxito visible.

Algunas señales de alerta:

  • Dificultad para recibir elogios o reconocer logros.
  • Creer que los resultados se deben a la suerte o a contactos.
  • Miedo paralizante a "no saber suficiente".
  • Autocrítica excesiva incluso en el éxito.
  • Sensación constante de que "en algún momento se van a dar cuenta".

Estudios de la American Psychological Association indican que el 70% de las personas lo experimentan al menos una vez en la vida. Es más común en mujeres, en contextos de alta exigencia y en quienes atraviesan transiciones laborales. Además, se asocia a mayor riesgo de agotamiento, menor satisfacción laboral y baja autoeficacia, con impacto directo en la salud emocional.

Cómo transformarlo en confianza

La buena noticia es que el síndrome del Impostor no es un diagnóstico clínico, sino un conjunto de patrones que pueden trabajarse desde distintas disciplinas. Desde mi rol, acompaño a profesionales a revisar creencias, redescubrir fortalezas y alinear decisiones con sus propósitos.

Algunas estrategias útiles:

  • Reconocerlo: ponerle nombre a lo que sentís y observar tu diálogo interno.
  • Registrar evidencias: anotar logros, aportes y habilidades reales.
  • Redefinir el error: verlo como experiencia, no como fracaso.
  • Filtrar el entorno: no toda opinión es valiosa ni toda comparación es justa.
  • Cuidar el lenguaje interno: si no se lo dirías a un amigo, no te lo digas a vos.

En un mundo que normaliza la hiperproductividad y la sobreexigencia, recordar que nuestro valor no está solo en lo que logramos, sino en quiénes somos mientras lo hacemos, es fundamental. Reconocer nuestros logros, sin culpa ni excusas, es también un acto de salud mental y amor propio.