Una planta modificada promete combatir los efectos de la microgravedad sobre el cuerpo. Cómo funciona el jardín de la Estación Espacial Internacional.
“¿Y si la llegada del hombre a Marte dependiera de una lechuga transgénica?”, se pregunta en Twitter Gabino Rebagliati, gerente de Comunicación Corporativa del consorcio agropecuario Bioceres
¿Y si la llegada del hombre a Marte dependiera de una lechuga transgénica? La @NASA proyecta que en las próximas décadas el ser humano pise el planeta rojo por primera vez y los GMO podrían ocupar un rol fundamental en este hito mundial. Abro hilo: pic.twitter.com/LfJLNCnpcY
— Gabino Rebagliati (@gaboreba86) October 29, 2022
Cuando la NASA logre viajar al Planeta Rojo en forma regular, habrá muchos desafíos que resolver. La salud de los tripulantes asoma como uno de los más importantes.
Aunque los astronautas se ejercitan 15 horas por semana para contrarrestar los efectos de la baja gravedad, se estima que por cada mes que pasan en el espacio pierden el 1% de su masa ósea, lo que implica un riesgo cierto de osteoporosis. La solución más común es una dosis diaria de la Hormona Paratiroidea Humana (PTH), que ayuda a restaurar el tejido. Pero llevar tanta carga para los 20 meses de ida y vuelta que implica el viaje a Marte suena a misión imposible, tanto por costos como por cantidad de vacunas.
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Con vistas a resolver el dilema, un equipo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de California pensó una alternativa novedosa: que los astronautas produzcan su propia medicina. Los científicos probaron transferir genes de PTH a plantas de lechuga, en un experimento exitoso. Por cada kilo de verdura obtuvieron entre 10 y 12 mg de la hormona, lo que implica que un consumo diario de 380 gramos de lechuga sería suficiente para proteger a los tripulantes.
Para conseguir las cantidades necesarias, la única alternativa es cultivar en el espacio, algo que se viene haciendo desde hace años en la Estación Espacial Internacional. El Sistema de Producción Vegetal (Veggie, como se lo conoce en inglés) es un jardín espacial que -además de proveer comida fresca- ayuda a entender el crecimiento de las plantas en entornos de microgravedad y sin luz solar.
Del tamaño de una valija chica y bajo un sistema de iluminación LED, ya alojó lechuga, repollo chino, kale ruso y hasta ejemplares de zinnia, también conocida como “flor de papel”. Hace seis años, cuando el astronauta Scott Kelly armó un ramo y lo fotografió flotando en la cúpula de la Estación, volvió a probar que, allá afuera, casi todo es posible.
FM PAR