Cocinar junto a los chicos fortalece vínculos, desarrolla habilidades y los divierte. Con su doble cualidad de espacio creativo y riguroso, es un ámbito estimulante para curiosear, investigar, imaginar, disfrutar y también para ordenarse.
Es un lugar donde es necesario organizarse, seguir instrucciones, ordenar prioridades, conocer los elementos –texturas, sabores y colores- , contar los minutos de cocción. Se da rienda suelta a las preferencias, se desarrolla el gusto por los alimentos caseros y los sabores nuevos y se fomenta la curiosidad.
Se puede interactuar con los adultos favoreciendo un clima de camaradería que refuerza los vínculos familiares. Se animan el diálogo, las bromas, la complicidad y la imaginación. Para que las buenas intenciones no se esfumen, Eloise Alemany, autora de Amarillo limón el sol, Manual para cocinar con niños mayores de tres años, comparte tips a tener en cuenta:
1. Invitarlo a cocinar si está bien descansado y se tiene el tiempo suficiente para terminar la preparación sin apuros.
2. Proveerle un equipo: delantal (está permitido ensuciarse), bowls y tazas de plástico con colores atractivos, un banquito para llegar cómodamente a la mesada.
3. Estar preparado: si lo invitás a cocinar y después lo retás porque se le cae algo o ensucia de más, no sirve.
4. No insistir si quiere retirarse. Ante todo es un espacio de juego, y si no tiene ganas no es una obligación llegar hasta el final; de lo contrario no querrá volver a intentarlo.
5. Poner énfasis y estimularlo a prestar atención al proceso. Más allá de la estética de la preparación (muchas veces no queda como en las fotos), el aprendizaje y la comunicación de ese momento no podrán reemplazarse por ninguna preparación comprada.