El incremento se da tanto entre mujeres profesionales como en amas de casa. Cuáles son las razones y por qué afecta de manera directa a la tasa de fertilidad.
La edad promedio en que una mujer tiene su primer hijo en la Argentina se incrementó de 21,5 a casi 29 años en las últimas tres décadas, según descubrió un estudio preliminar realizado en la Universidad de Belgrano que podría servir como punta de lanza para investigar con mayor profundidad este fenómeno de alcance global que repercute en el crecimiento poblacional. Datos recogidos en Reino Unido y Estados Unidos exhiben situaciones similares a las experimentadas en nuestro país: en los últimos treinta años el promedio de edad en el que la mujer tiene su primer hijo pasó de 21-22 años a 28-30 años.
Los logros de las mujeres en los últimos años son indiscutibles, así como su nuevo rol en la sociedad. El modelo tradicional de ama de casa que se impuso hasta bien entrado el siglo XX cedió al punto que hoy encontramos líderes políticas, CEOs, directoras de centros médicos, deportistas de elite, investigadoras y profesionales independientes que son referentes absolutas en el campo en que eligieron desempeñarse. Este progreso implicó, en muchos casos, que las mujeres decidieran posponer su maternidad.
Además, se suman otros factores sociales y culturales, como la mayor difusión de métodos anticonceptivos, el aumento de hogares monoparentales o la diversidad de modelos familiares.
Por eso, el estudio detecta incrementos de la edad promedio del primer hijo en nuestro país, en todos los niveles de actividad laboral, tanto entre las profesionales (de 24,5 a 29,5 años) como entre las amas de casa (de 22 a 28 años). El mismo estuvo liderado por el Dr. A. Gustavo Martínez, profesor de la cátedra Biología Animal, de la licenciatura de Ciencias Biológicas de la Facultad Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Belgrano.
La demora, en muchos casos, se convierte también en postergación indefinida: entre las mujeres encuestadas que aún no tienen hijos, un 23,2% expresó el deseo de no tenerlo, mientras un 46,4 indicó que sí querría (un 30,4% respondió "no sabe"). Entre aquellas que respondieron afirmativamente, las menores de 20 años planean tener su primer hijo hacia los 29,1 años, las que tienen entre 21 y 25, a los 30,2 y las mayores de 25, a los 32,4.
En cuanto a las consecuencias, por un lado, debido a esta situación se ve afectado el potencial reproductivo que, en la mujer, muestra un declive a partir de los 35 años para acelerarse desde los 37. Los centros de fertilidad de la Argentina observan en los últimos 20 años un aumento de la edad promedio en la que las pacientes acceden a los tratamientos de reproducción asistida: de 34 a 38-39 años.
También se visualiza una caída en la tasa de fecundidad, es decir, la cantidad de hijos en promedio que tiene cada mujer. Hoy en la Argentina comienza a caer por debajo de 2,5 y se acerca a países como Francia y España, que rondan entre 1,5 y 2, lo que implica que la población tiende a decrecer.
Estos primeros datos nos permiten comenzar a entender cómo avanza el país en términos demográficos y cómo esos cambios impactan en sus dinámicas sociales, económicas y culturales. Este fenómeno evidencia un mayor acceso a la educación y la independencia profesional, además de nuevas prioridades y modelos de vida. Comprender estas tendencias es esencial para diseñar políticas públicas que respondan a las aspiraciones individuales y a las necesidades sociales del futuro