"Nos tienen metidos en nuestra área a puro pelotazos. Tenemos que tranquilizarlos, organizarnos y contraatacar", graficó un dirigente libertario que combina política con su pasión futbolera. La frase refleja el clima enrarecido que se vive en lo más alto del poder tras la difusión de audios que comprometen a figuras centrales del Gobierno.

Primero fueron las filtraciones de Diego Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), involucrado en supuestos sobreprecios y retornos en la compra de medicamentos. Luego, la inesperada difusión de grabaciones de Karina Milei, secretaria General de la Presidencia y hermana del mandatario. El golpe encendió la furia de Javier Milei y profundizó la desconfianza interna.

La tensión obligó al propio Presidente a mediar en el enfrentamiento entre Karina y los hermanos Menem -Martín y "Lule"- con el círculo de "Las Fuerzas del Cielo" que lidera su principal asesor, Santiago Caputo. Milei sostiene que Caputo no está detrás de las filtraciones y quiere creer que "Lule" Menem no tiene vínculos con los presuntos ilícitos en ANDIS.

Mientras tanto, las sospechas sobre quién filtró los audios se multiplican: desde sectores desplazados dentro de La Libertad Avanza hasta posibles operaciones de los servicios de inteligencia. Nadie descarta que haya más grabaciones en circulación, incluso de la propia Karina.

El Gobierno ensayó una estrategia de control de daños: apartó a Spagnuolo, dejó en manos de la Justicia la investigación y confió en Guillermo Francos para fijar la línea oficial en medio de la tormenta. Sin embargo, la incertidumbre persiste.

A días de las elecciones bonaerenses, la incógnita es cuánto puede afectar este escándalo en las urnas. En Balcarce 50 creen que no impactará en la intención de voto a favor del oficialismo, pero sí podría elevar la abstención.

La crisis también tensiona la relación con el PRO, aunque Milei busca mantenerlos como aliados en medio de la turbulencia. Referentes como Diego Santilli apuntaron contra los servicios de inteligencia y pidieron sancionar a los responsables de las filtraciones.

El vocero Manuel Adorni calificó el hecho como un "escándalo sin precedentes", aunque la historia política argentina demuestra lo contrario: desde 1983, ningún poder estuvo a salvo de las escuchas y las operaciones.

Lo cierto es que, en plena interna libertaria y con la sombra de los servicios sobrevolando, la pregunta que se repite en la Casa Rosada sigue sin respuesta: ¿quién grabó, quién filtró y cuántos audios más quedan por aparecer?