Mirá cómo son las cosas en la Argentina: a días de una elección clave en la provincia de Buenos Aires, explota un escándalo que tiene todos los condimentos para sacudir la política. Audios filtrados, supuestas coimas, nombres pesados y un funcionario en la mira. Hablamos del titular de ANDIS, ese organismo que debería garantizar derechos a personas con discapacidad, y que ahora está en las portadas por algo muy distinto.
El gobierno salió rápido a despegarse: separaron a los funcionarios involucrados, abrieron sumarios y dijeron "que la justicia actúe". Bien ahí. Pero ojo, porque quien está a cargo de la investigación es nada más y nada menos que Sebastián Casanello. Sí, ese mismo juez que Jorge Lanata bautizó como "la tortuga Casanello" por su lentitud en causas sensibles. Esta vez, parece que le pusieron nitro al caparazón: en horas hizo más de diez allanamientos, incautó computadoras, celulares y no se quedó quieto un segundo.
¿Y qué dice la política? Del lado del kirchnerismo, algunos ponen cara de piedra y hablan de "corrupción del gobierno libertario". Del lado oficialista, en cambio, gritan "opereta", que esto es una movida para embarrar la cancha justo cuando las encuestas marcan algo histórico: una derrota sin precedentes para el kirchnerismo en su bastión más fuerte. ¿Casualidad? Difícil creerlo.
Encima, suena la posibilidad de más filtraciones: audios nuevos, chats de WhatsApp, quizás hasta videos comprometedores. Y para darle más pimienta, desde el gobierno hasta miran de reojo a una legisladora que hasta hace poquito estaba en sus filas, pero que nunca dejó de ser crítica. ¿Es una interna que estalló? ¿O hay algo más detrás?
Mientras tanto, la campaña sigue, el clima se recalienta y la pregunta que queda flotando es si estamos frente a un caso real de corrupción o a un capítulo más de la guerra sucia electoral. Porque si algo nos enseñó la política argentina, es que cuando suenan los audios, se vienen días movidos.