Politica Corrupción

La sombra K del fentanilo: 52 muertos y ningún imputado

El juez que investiga el caso del analgésico que mataba a los pacientes tiene los mismos vínculos políticos que el empresario que fabricaba la droga letal.

Jueves, 10 de Julio de 2025

El paciente está internado. Le duele. Le dan una inyección para ayudarlo, pero muere. Uno, dos, tres. cincuenta y dos casos.

Cincuenta y dos personas internadas buscando alivio en distintos hospitales de la Argentina son tratadas con una droga normal para sus cuadros clínicos, pero se mueren.

A cualquier hora. En la soledad de una cama de hospital, cada uno parece un caso aislado. El desconsuelo en una sala de espera. El llanto ahogado de una familia. Una desgracia individual.

Pero no es nada de eso. Es más simple y más cruel.

La droga que les dan está contaminada. En vez de ayudarlos, los mata.

Eso es el escándalo del fentanilo, que cumple dos meses de investigación judicial. Gente que murió esperando ser curada. Un nieto, un abuelo, una madre.

El fentanilo -un analgésico 100 veces más potente que la morfina, que sólo se usa en hospitales y no se vende en farmacias- estaba contaminado con dos bacterias que provocan neumonía.

Se producía en dos laboratorios manejados por un empresario llamado Ariel García Furfaro, sus hermanos y un socio, que lo vendían en grandes cantidades, con su propia droguería, a clientes como la Provincia de Buenos Aires.

De esos laboratorios -HLB y Ramallo- salieron las partidas fatales: los lotes 31.202 y 31.244.

El caso encierra una oscura trama de vinculaciones con el poder político, laboratorios flojos de papeles, fórmulas traspasadas de otros laboratorios problemáticos, decenas de advertencias de la ANMAT (el organismo de control) que nunca terminaban en sanciones, una investigación con el Estado nacional y la Provincia de Santa Fe como querellantes y. ningún imputado.

Hasta ahora, las muertes por el fentanilo envenenado no tienen sospechosos formales. Nadie fue llamado a indagatoria.

Los hermanos García Furfaro no aparecen para enfrentar el reclamo de los empleados echados desde que estalló el escándalo, y no están imputados de nada.

Hasta ahora hay víctimas sin victimarios.

La justicia investiga un delito federal contra la salud pública sin sospechosos formales.

Suele ser una estrategia judicial que primero se junten pruebas para luego citar a indagatoria, pero la certeza de que las dosis contaminadas salieron de esos laboratorios ya parece un argumento suficiente para imputar a alguien en esta etapa de la investigación.

Hasta ahora la justicia no tiene autopsias que liguen directamente la muerte de los pacientes con las inyecciones, pero ya sabe que todos los fallecidos recibieron las ampollas de los lotes contaminados.

Dos días antes del allanamiento a HLB, en San Isidro, alguien entró al laboratorio sin forzar los accesos y destrozó las muestras del 2° piso que irían a buscar los investigadores. Fue el único lugar dañado.

Mientras el juez Ernesto Kreplak parece concentrarse más en la falta de controles de la ANMAT que en el laboratorio fabricante, es un dato que el investigador del caso sea hermano del ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, un funcionario kirchnerista que visitó a García Furfaro en su laboratorio mientras éste le vendía a la Provincia y se fotografiaba a solas con Cristina en el Instituto Patria.

Lo conocían bien: Furfaro había militado en la agrupación política de Alicia Kirchner.

El juez Kreplak fue funcionario en Justicia con el ministro Alak y el camporista Julián Álvarez y encabezó la acusación contra el fiscal Campagnoli -que investigó la ruta del dinero K- cuando éste imputaba a Lázaro Báez, luego condenado.

El ahora juez del fentanilo era representante del Poder Ejecutivo en aquel jury contra Campagnoli armado para defender a Báez.

Es decir, representaba a Cristina Kirchner.

Antes, había sido quien encriptó celosamente -desde el manejo de la IGJ en Justicia-, todos los datos sobre The Old Fund cuando estalló el escándalo Ciccone, que involucraba al entonces vicepresidente Amado Boudou.