La expresidenta llegó acompañada de su abogado y su custodio; estuvo apenas segundos en el tribunal que la condenó y se retiró; se activó un pequeño operativo policial para recibirla
En los papeles, la expresidenta llegó al filo de lo permitido: en el último minuto de atención al público, en el último día que le habían dado para notificarse, según lo dispuesto por la Casación. Encabezada por su abogado Alberto Beraldi y escoltada por el jefe de su custodia, Diego Carbone, la expresidenta, de zapatillas blancas, anteojos y vestido negro, apareció en el sexto piso de los tribunales a las 13:30.
Salió del ascensor, atravesó raudamente el hall de recepción -"Buenos días", dijo a su paso- y entró en el Tribunal Oral Federal número 2, donde la aguardaban con la puerta abierta. El operativo requirió una mínima coordinación con la policía y el personal del edificio de Retiro.
Adentro estuvo menos de 10 segundos: entró, firmó y se fue por el mismo ascensor por el que subió, que una persona mantuvo inhabilitado mientras ella firmaba. Antes, habían hecho el mismo trámite los otros condenados.
La expresidenta podría haber alegado algún motivo para hacer este mismo trámite vía Zoom, pero optó por apersonarse en el tribunal. Había hecho lo mismo en noviembre, cuando debió acusar conocimiento del fallo con el que la Casación confirmó la condena que le impuso el TOF 2, que la encontró culpable del delito de administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública por haber favorecido al empresario Lázaro Baez con el reparto de obra pública en la provincia de Santa Cruz, entre 2004 y 2015.
Cuando se supo que la expresidenta estaba camino a los tribunales, se organizó un pequeño operativo que incluyó una inusual cantidad de policías en el piso del TOF 2, además de una pequeña recepción por parte de funcionarios de la Casación.
Fuente: Clarín